El multifacético artista deja L.A. un rato y se aventura en la ciudad que lo vio despegar como artista. Sergio Arau se presenta en El Lunario del Auditorio Nacional este miércoles 28 de febrero en una noche que garantiza rock mexicano a borbotones. Platicamos con él previo a su show (y de otros temas) de “standópera” titulada ‘Tocada y fuga”, proyecto nacido durante la cuarentena con el apoyo de su esposa, Yareli Arizmendi.
¿Qué significa para ti L.A como ciudad, ha cambiado mucho desde los años 90? Siento que sí ha cambiado mucho, creo que en los 90 había muchos más rock en español en la ciudad. Se hizo una mezcla extraña, pero muy buena, y de esos años para acá la escena no es “tan de ahí” y ahora con las redes la escena es más latinoamericana en general. L.A. ha cambiado mucho igual como ciudad, tiene sus encantos como siempre, pero sí está intenso todo. Yo vivo en Hollywood y el helicóptero de la policía está todos los días arriba de mi casa, a lo mejor me están buscando.
¿Y el México de los años 80? Es curioso porque en los años 80 nos burlábamos de esa época, decíamos: “Eso suena muy ochentero” y ahora son la neta. La verdad es que esa década fue bien importante para la juventud, el rocanrol y la cultura popular. Veníamos del 68, del 71 y de Avándaro. Yo era un estudiante que se creía todo lo que le decían y luego me di cuenta que las cosas estaban tensas, que ni madres, que había mucho en juego, 1968 me cambió radicalmente y me llevó a ser más contestatario, me llevó a hacer caricatura política.
¿Y la represión fue un hecho en todos los estratos? La gente no se acuerda, pero aquí en México, en el Vips y en el Denny’s había unos letreros como los de “no estacionarse”, pero con una silueta de alguien con pelo largo, estaban prohibidos los rockeros en esos lugares. Mi mujer y yo hicimos un documental y encontramos material de que en el sur de USA, había letreros que decían “no se admiten perros, negros, ni mexicanos”. Yo tenía afro en esa época y me agarré a madrazos con mucha gente, era intenso, y fue desde los 70. En los 89 era bien duro en México, porque estaban Los Panchitos y Los BUKS, la banda unida por KISS.
¿En ese contexto surge Botellita de Jerez? La primera tocada de Botellita de Jerez fue en abril del 83. Pero no había ni donde tocar, todo era por el gusto de hacerlo, tocábamos en escuelas, en casas…pero la cosa cambió rápido, nos firmó Polygram y sacamos Rockotitlán.
¿Que te pareció la serie de Netflix Rompan Todo? Está bien pero la parte de México está incompleta, hay grupos bien importantes que ni aparecen, Por eso tengo el proyecto de un documental, tengo muchas cosas que contar, muchas cosas que decir. Me pasó algo gracioso, estuve en el Rock en tu Idioma Sinfónico y en lo camerinos, todos contaron una gran cantidad de anécdotas de cuando estuvieron ahí en Rockotitlán y cada quien tiene su visión. En esa época no nos enterábamos de nada, construimos todo desde el inició, nosotros tocamos según nuetsri manager, tocábamos 360 veces al año, en toda la república y nuestro P.A eran dos bocinas.
Apenas leí Diario íntimo de un Guacarroquer, el libro de Vega-Gil, bajista de Botellita. Sé que está en tono ficción, pero dime algo ¿se acerca a la realidad? Sí, o sea, hay muchas situaciones donde es su punto de vista. Curioso, eso lo escribió cuando yo me había salido del grupo, pero la verdad es que sí es bastante cercano. Los detalles ya los puso él, lo que no le tocó, sí lo inventó.
¿Cuando te saliste de Botellita y viste que hacían cumbia y salían en telenovelas, qué pensaste? Mira la verdad es hubo un momento bien extraño, nosotros estuvimos presionando para que programaran rock en español y entraron los argentinos y los españoles y los más comerciales como Caifanes y Fobia y a Botellita nos cortaron, dicen que por nacos. Lo curioso es que para todo el rock urbano, nosotros éramos fresas, quizás éramos un poco más intelectuales que fresas. Yo me salí porque la última gira fue espantosa, no fue nadie a vernos y llevábamos un año que no éramos ni banda de estudio ni de en vivo. Cuando los vi en telenovelas y que se cambiaran a la cumbia, que no tengo nada en contra de ese género, pero sí el cambio desesperado por ser comerciales. Sí me dolió mucho eso. pero bueno, luego regresé con ellos en el 2000 y en el Vive Latino 2005.
¿Hay alguna remembranza a Botellita en tus show, como el que darás en CDMX este 28 de febrero? Sí, todo el humor, y que todas las canciones no siguen un sólo género. Puede haber un surf y puede haber un charleston y luego música hindú, todas las canciones tienen variaciones así, que me emocionan. También hay fusiones y homenajes (a The Beatles y The Ramones, NDLR)
¿Qué podemos esperar de este show en El Lunario de la CDMX y de lo que viene? La verdad es que en El Lunario se podrá recuperar mucho de lo teatral, cosa que no pudimos hacer en el Vive Latino. Y bueno, en el disco casi cada canción tiene invitados, están José Fors, está Rubén Albarran Andrea Echeverri, Camilo Lara y Horacio Franco, el mejor flautista del mundo, que es mexicano, por cierto. A él lo conocí en una exposición de pintura que tuve en Chetumal.
¿Qué vienes después de este show? Tengo muchas canciones pendientes por grabar y también quiero hacer la serie de Un Día sin Mexicanos, estamos negociando con una plataforma. Acabo de sacar un libro de caricaturas que se llama La Metafísica y tengo el proyecto del documental del rock de los 80 en México. Antes del rock en tu idioma se había creado un gran movimiento, con un rollo mexicano bien chingón, lo que pasaba en la vida de aquí, ya luego todos querían ser rockstars y salir en la tele. Mira, hay un pop bueno…
¿Te gustaba Soda Stereo? No me encantan, aunque hay dos tres canciones que me parecen geniales. Lo escuché en los 80, pero me gustaba más Radio Futura, tocamos con ellos en el Hotel de México e híjole, estuvo grueso porque metieron boletos piratas y estaba atascado que daba miedo.
¿Te arrepientes de algo de esa época? Los managers han sido mi karma “de dos filos” crecen con el artista y luego creen que ellos son los estelares. Así pasa, hay muchos que son famosos por eso.