Probablemente sea por causa del encierro pandémico y esas confusas ganas de relajarme y destruirme al mismo tiempo, pero últimamente todo lo que traiga algo de playa, alcohol y pachanga en sus venas, es de mi total agrado.
La fusión punk-tropical que nos ofrece “De Lluvias”, el debut de los Pao Paos, es, por lógica deducción de mi total agrado y del de muchos que se sienten como yo.
Medio sucio y medio raspado en su esencia, esta nueva propuesta se va llenando de colores psicodélicos cuando mezcla el rock con ritmos afrolatinos para ofrecernos un paraíso extraño que tiene ratos de sol, ratos de sombra y ratos de la tormenta más salvaje, todo rematado de manera exquisita con un coro que bien podría cantarse en cualquier estadio de fútbol, desde el Monumental de Santiago o la mítica Bombonera, hasta el Stamford Bridge en Londres.
Que el proyecto sea nuevo puede ser un poquito engañoso: este equipo de amateur no tiene nada ya que está conformado por músicos reconocidos y de vastísima experiencia como el mismísimo Brandon Welchez de Crocodiles y Aarón Bautista de Los Fancy Free y Nos Llamamos.
Ambos guitarristas se volvieron cercanos al coincidir y compartir porros, arte y poesía en una gira por México como parte de la banda de AJ Dávila. A estos talentos se sumaron además Edwin Irigoyen y Enrique Casasola de Sonido Gallo Negro y Alexis Ruiz y Julio Navarrete de Jessy Bulbo.
Nada mal para una banda que “acaba de empezar”. Música rebelde y tribal difícil de definir, pero muy fácil de digerir a través del cuerpo y los sentidos.
Un trance lisérgico, rabioso, contestatario y a la vez necesitado de cariño, que me hace pensar un poco en Woodstock, un poco en un puerto destartalado de alguna costa latinoamericana, y un poco en un centro vacacional en el mismo purgatorio.
LOS PAO PAOS
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