Monkey Week, el festival más importante de Sevilla y una de las principales plataformas para los talentos emergentes de Europa y otras partes del mundo, me obligó a viajar 7 horas en autobús desde Madrid, levantarme más temprano de lo que suelo levantarme, cruzar un puente con forma de barco para llegar al Cartuja Center y aguantar un chaparrón interno poco pronosticado pero, les digo, valió la pena.
Llegué, me compré una cerveza, dos cervezas y otras cositas más esperando algo de pachanga y rocanrol pero ¡pum! Minimalismo.
Me encontré con un espectral y emocionante minimalismo que caló en los huesos de los cientos de asistentes que intentábamos calentar un teatro que, aunque no estaba abarrotado, terminó por llenar cada uno de sus rincones con la simplicidad de propuestas artísticas que, creo, venían a hacer un homenaje al dolor acumulado en estos últimos casi dos años de incertidumbre.
El arranque del Monkey Week 2021 ha sido como un gran porro comunitario para anestesiar el espíritu y ponernos en sintonía con una nueva normalidad en la que todos abrazamos la idea de que amamos la anormalidad.
Este verdadero y hermosamente planificado minuto de silencio musical arrancó con una pieza coral-medieval-electrónica a cargo de Tarta Relena, y continuó con la franco-venezolana Sophie Fustec, La Chica, que estuvo sencillamente descomunal. Brutal. Excepcional; de nivel mundial.
Obscura y latina a la vez, la artista derrochó sin contemplaciones un domino del piano, de la voz, del escenario y del contexto tan extraterrenal, que cuando dio el último acorde pensé que simplemente se iba a evaporar.
Si hay algo en lo que el Monkey es experto, es en no dártela fácil y en hacer que tu cerebro trabaje. Por eso, de sádico que es, tras esa maravillosa introspección y varios vasos más que entraron a mi cuerpo, arrancó un grandilocuente homenaje al disco “Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat.
Liderado por la psicodélica banda madrileña Los Estanques y complementado a la perfección por una exótica suma de instrumentos y voces invitadas, la presentación arrancó suspiros que dieron el ángulo nostálgico al inicio de una celebración que promete, ante todo, eclecticismo.
Les digo, antes de acostarme para ver si mañana todavía funciona mi cerebro, que el arranque del Monkey Week 2021 ha sido como un gran porro comunitario para anestesiar el espíritu y ponernos en sintonía con una nueva normalidad en la que todos abrazamos la idea de que amamos la anormalidad.
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