El Gran Silencio en Los Angeles. La Banda Elástica

El Gran Silencio llega al MacArthur Park en Los Angeles el sábado 18 de Junio

La historia de El Gran Silencio está marcada por un cancionero que continúa nutriéndose y modificándose, y que nos ratifica que su propuesta musical es una de las más auténticas y venturosas del norte mexicano; y que para nosotros, desde La Banda Elástica, ha sido siempre un regocijo seguirles la huella, conversar y disfrutar en vivo sus canciones una vez más.

I. EGS & LBE

Corría 1999. Ese año un equipo de La Banda Elástica fuimos a Monterrey por varios días. Teníamos interés en acercarnos a la generación de músicos que estaban dándole fama a la ciudad del norte mexicano como su escena musical más efervescente.

Tres años atrás, Mucho barato de Control Machete había inaugurado una cadena de lanzamientos. Y en ese momento, no había discográfica multinacional que no tuviera en su catálogo una banda regiomontana.

Además del trío que conformaron entonces Toy, Pato y Fermín IV, Discos Manicomio, el subsello de Polygram a punto de convertirse en Universal, impulsaba también a Zurdok y La Flor de Lingo. Por su parte, BMG había fichado a Jumbo. Y EMI hacía planes con Plastilina Mosh y El Gran Silencio.

Pero, más allá de estos proyectos que podían ser considerados como sus estelares, en sus calles explotaba una escena independiente conformada por grupos y solistas en todos los estilos que puedan imaginarse: Cabrito Vudú, Andrés Cantisani, Inspector, Pulsión, Ruido Norte, Kinky, Sofá, entre muchos más.

El profuso informe periodístico y fotográfico que publicamos en el número 36 de la revista, incluyó entrevistas con algunos de sus músicos más renombrados, así como una especie de fichero que presentaba proyectos menos conocidos, ofreciendo un panorama amplio de aquella escena que estaba dando mucho de qué hablar en la segunda mitad de los noventa.

En la portada, aparecía por vez primera El Gran Silencio en una foto de María Madrigal volteada al revés en la que su acordeonista, Campa, hace señas en la forma que lo acostumbran los miembros de una pandilla. Recuerdo charlar con el quinteto responsable de ese estupendo álbum que es Libres y locos en los estudios Next, mientras trabajaban en el que sería su gran disco Chúntaros Radio Poder.

Hablamos entonces de la gira que habían hecho por Europa donde tocaron varias fechas junto a los catalanes Dusminguet, sobre la llegada de un nuevo bajista al grupo, también sobre las canciones que aportaron a la banda sonora de la película Price of Glory y, desde luego, sobre las canciones en las que estaban trabajando. “Hay desde boleritos hasta bossa nova, cumbia y vallenato, folk, todo revuelto”, me dijo Tony Hernández aquella mañana.

Chúntaros Radio Poder salió al mercado en 2000, uno de los primeros grandes discos del rock mexicano del siglo XXI, indudablemente. Un álbum con muchas canciones que dejó en claro la versatilidad del quinteto no sólo para moverse entre géneros y apropiarse de ellos, sino también para producir fusiones con total originalidad, reinventado su lenguaje y dando continuidad al sonido que nos dieron a probar por vez primera en su álbum previo.

Una mezcla por demás interesante donde se percibe el componente norteño, pero también la presencia de otras músicas como el hip-hop y aquellas de procedencia colombiana que de forma muy singular se han arraigado en Monterrey; la cumbia y el vallenato.

Un experimento ambicioso y muy bien logrado que además, ejercitando su espíritu lúdico, incorporaba voces de locutores entre las canciones, haciendo creer a quien lo escuchaba que estaba sintonizando una frecuencia radial.

El título de la entrevista publicada hacía precisamente alusión a la firma con la que el propio Tony definía el sonido de la banda. “Eso es lo que hacemos nosotros: el freestyle norteño popular, para nosotros es una diversión”, aseveraba el guitarrista y cantante casi al final de nuestra larga conversación.



II.

Dos años más tarde, como era costumbre del equipo editorial de La Banda Elástica, discutimos para designar el que sería distinguido como el mejor álbum del año anterior, y la opinión fue unánime de que Chúntaros Radio Poder ocuparía ese lugar.

Ésa fue la razón por la cual El Gran Silencio apareció de nueva cuenta en la portada de la revista. En ese número también distinguimos a Los Lobos con un reconocimiento por trayectoria, a Manu Chao como el mejor acto en vivo y al Colectivo Nortec como el mejor artista nuevo.

Sobre El Gran Silencio escribí entonces:


“El rock latino ganó credibilidad en gran medida por sus trabajos de fusión de ritmos. En los 90 Radio Futura, Café Tacvba, La Portuaria, Los Fabulosos Cadillacs, Aterciopelados, entre otros, establecieron una medida exacta entre rock, folclor y otras yerbas. El Gran Silencio ha retomado la estafeta y con este disco la ha llevado a un sitio más lejano aún, allí donde cada estilo vuelve a su raíz trastocado ya por el espíritu del punk, el rap o el rock”.

Enrique Blanc / La Banda Elástica

La fotografía elegida fue tomada en las calles de Nueva York, debido a que la distinción ganada por el grupo los hizo ser los estelares del concierto que La Banda Elástico produjo en la ciudad estadounidense, en el marco de la Conferencia de la Música Latina Alternativa (LAMC).



En una noche cálida de agosto, el quinteto regiomontano probó sobre el escenario del Bowery Ballroom su poderío en vivo, ratificándonos que estábamos de nuevo frente a una de las bandas del rock mexicano más espectaculares del momento, y nos hizo bailar de gavilán a lo largo de aquella velada inolvidable.

III.

En 2003, El Gran Silencio dio a conocer Super Riddim International, Vol 1 y por esa razón volvimos a buscarlos, con la idea de entrevistarlos sobre su nuevo material. De nueva cuenta me encontré con Tony y Cano con la idea de desmenuzar sus nuevas canciones. Una distancia sensible que este nuevo álbum tenía con los anteriores, era que cada uno de los hermanos Hernández había decidido trabajar por su cuenta y darle un sello más personal a su composición.

Sobre ello, Cano declaró entonces: “Ahora decidimos separarnos. Tony trabajó y produjo las suyas. Y yo las mías con la ayuda de Campa en arreglos de acordeón y metales. Porque sabíamos que iba a salir algo muy diferente”.

El álbum iniciaba de manera muy divertida con una “intro” en la que se ensamblaron comentarios despectivos hacia el grupo, para luego pasar a su primer track, “Sound System Municipal”, en la que se siente la influencia de The Clash, uno de sus referentes innegables, y sobre lo que reflexionamos entonces, recordando con cariño a Joe Strummer que para ese momento había fallecido hacía unos meses.

Ésa fue la tercera vez en que el grupo ilustró la portada de nuestra revista, su número 47, con una imagen más de estudio en la que ellos portan playeras de manga larga cubiertas con las estrellas rojas que aparecían en la tapa de su álbum en turno.

Otra aportación en general de la obra de El Gran Silencio, pero que parece acentuarse en el Super Riddim, es su idea de documentar el habla “norestense”, como se refiere a ella el propio Tony. “Así se habla y nosotros lo aprovechamos para las rimas”, explicaba el cantante.



“Monterrey es un híbrido total. Vamos a decir que vamos a estacionar el carro y es “parquear”, “wáchate esta onda”, “la troca”, “no me laica ese cotorreo”. Ondas que están bien establecidas que vienen con los pasaporteados”.

Tony Hernández, El Gran Silencio

Un nuevo desembarco de la banda, Super Riddim, que echaba mano de los múltiples recursos que dan vida a su sonido marcado por la fusión, y que a lo largo de su carrera ha tenido dos cosas muy en claro. Una, que son parte de una tradición del rock mexicano, lo que explica por ejemplo la presencia de Cecilia Toussaint en “Buenos días”; y otra, que sus canciones son una especie de postales de la vida urbana de la ciudad donde viven.

“Estaba pensando que somos como un álbum fotográfico de Monterrey y que cada hoja que vas viendo te va diciendo cosas. Y cuando visitas Monterrey y vas caminando a un mercado, de volada te vas a acordar de cosas que nosotros decimos en canciones”, recontaba Tony, trayéndome a la memoria el estribillo de dicha canción, una de mis predilectas del grupo: “It’s a new day en mi Monterrey…”

Y enseguida continuó. “Te paras en una esquina y vas a ver, por ejemplo, a dos señoras en la calle platicando en voz alta, como dice la rola de “El retorno (de los Chúntaros)”. O las fiestas, los sonideros, las versiones dub de las “rebajadas”.

Evocaciones todas ellas, las suyas y las mías, que están marcadas por un cancionero que continúa nutriéndose y modificándose, y que nos ratifica que su propuesta musical es una de las más auténticas y venturosas del norte mexicano; y que para nosotros, desde La Banda Elástica, ha sido siempre un regocijo seguirles la huella, conversar y disfrutar en vivo sus canciones una vez más.




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