Con un gusto por la música del Caribe, Vicente García es un compositor, músico y cantante quisqueyano que navega por diversos ritmos con soltura. A principios del nuevo milenio, debutó musicalmente con Calor Urbano, una banda de funk soul muy reconocida en República Dominicana, sobre todo gracias “Calor urbano” y “Pa que no pienses” dos temas que alcanzaron el #1 en las listas del país.
Con los reflectores encima, la banda teloneó varios shows de Juan Luis Guerra. Sin embargo, 8 años depués, la inquietud conmpositiva de García vuelve necesaria una carrera como solista.
Embarcado en un viaje exploratorio por las regiones más recónditas de República Dominicana, descubre expresiones populares como son priprí, balsié o palo echao, ramificaciones que surgen en comunidades de sur como son, Los Congos de Villa Mella, ubicada en la comunidad rural de Mata los Indios y el Gagá.
Bajo esta perspectiva, su visión lo lleva al concepto deA La Mar, un segundo álbum, ahora producido por Eduardo Cabra “Visitante” de Calle 13. Grabado entre República Dominicana, Puerto Rico y Colombia, este trabajo contiene doce temas, además de un par de interludios que atraviesan por la bachata, los ritmos afroantillanos, el ska, el reggae y el folk.
Acá una charla con un músico que dejó de mirar hacia fuera para encontrar sus propias raíces.
Hola tocayo, ¿cómo estás?
Muy bien tocayo, un gusto.
¿Estás en Colombia, cuánto llevas ya por allá viviendo?
Sí, acá estoy acá en Colombia, ya tengo 3 años por acá, casi 4.
¿Cómo fue que decides quedarte por allá? Supongo que el mercado musical es muy amplio para lo que haces…
Llegué a Bogotá con el primer disco y me fue yendo muy bien. Sin pensarlo mucho, cada vez me fui quedando más tiempo, hice un buen grupo de amigos y me quedé.
Entiendo que iniciaste muy joven en la música y desde chico has evolucionado y atravesado por diversos géneros.
Desde que tengo uso de razón recuerdo la música. Estuve en clases, pero le daba más importancia a experimentar, a buscar sonoridades por mi lado, divertirme. Cuando tuve una guitarra tuve una primera canción, ahí me dieron ganas de aprender bien, para componer algo diferente. Tomé clases de guitarra, piano. Comencé a hacer bandas. A los 15 años hacía rock pesado, cosas tipo Rage Against The Machine, Limp Bizkit, Deftones, Tool. Luego me interesé mucho por el funk y la música afroamericana. Tuve dos bandas de funk, una muy reconocida en República Dominicana llamada Calor Urbano.
Con esa banda duraste un buen periodo, ¿ahí se dio la mutación hacia la música de raíz?
Duré como 7 años en esa banda, mezclábamos funk con hip hop. Cuando comenzamos a tocar, logramos reunir un público importante en la escena alternativa dominicana. Paralelo abla banda comencé a estudiar Ingeniería Electrónica, interesado en el sonido. No sabía que podría vivir de la música aún. Pero comenzamos a ganar dinero, a viajar, conocía a Juan Luis Guerra, teníamos un cover de la canción “Tú”.
Fue cuando él comenzó a conocer el proyecto. Nos invitó a formar parte de la gira de la Travesía. Salímos por primera vez del país. Ahí comencé a darme cuenta de la fuerza de su música, con la que yo había crecido. Yo siempre había volteado a EU. En ese momento me di cuenta de lo importante y la profundidad que alcanzaba la música si tenías en cuenta tu lugar de origen, la cultura y de dónde viene uno. Así comencé a pensar en la música como una forma de vida.
En eso contexto surge tu primer disco.
Así es, ese momento comencé a hacer canciones propias. Comencé a escribir con referencias de música caribeña, boleros, cha cha chá, salsa. Así surge Melodrama, un disco que firmé con EMI. Eso fue en 2010. Después comienza un viaje por varios países de Latinoamérica, mucho a Colombia. Las colaboraciones me abrieron las puertas. Sobre todo la de Cultura Profética, que me dio a conocer en muchos países. Con ese disco comenzó mi carrera en solitario.
Más tarde viene una evolución muy fuerte y el cambio de sello discográfico.
Exacto, yo comienzo a trabajar en un segundo disco, pero la disquera no entendía lo que yo quería hacer. Yo estaba profundizando en la música caribeña, miraba al folclore, a algo no tan comercial. En ese momento se da una separación con la disquera. Entonces comencé a trabajar en otras cosas. Un par de años hice canciones para otros artistas, trabajé para un disco de Camila. Otros proyectos en Santo Domingo. A la par, hice muchos viajes por mi país para conocer las manifestaciones mágico religiosas, que están muy ligadas a la música y a la cultura afrodescendiente.
En ese momento era algo que hacía por diversión. No sabía que terminaría siendo el disco. La disquera buscaba algo de bachata comercial. Pero en los viajes se filtraba mucha información en lo que yo componía. La culutra afroantillana, con toques de tambor, fueron cambiando todo. Dejé esa estética de R&B y de soul. Comencé a buscar en los cantos de campo. Era algo menos pulido pero más enraizado.
¿Las letras también se inspiraban en las tradiciones o sólo la música?
En la letra se filtraban nombres de lugares, fiestas, comida, etc. Así se fue armando el disco A La Mar, sin darme cuenta. Durante 3 de los viajes, se fue filtrando la esencia. Tenía como 30 o 40 canciones, pero no sabía qué hacer, no había terminado la relación con la disquera, ni buscar otra. Sabía que eso traería problemas con mi creatividad. Después conocí a Eduardo Cabra “Visitante” de Calle 13, le mostré los demos, las maquetas y le gustaron mucho. Le encantó y así arrancamos a conceptualizar un disco. Con el disco armado comenzamos a buscar disqueras y en Colombia hubo interés.
Es irónico que las disqueras carezcan de olfato para la música, si uno ve los números, los videos de A La Mar tienen milllones de views.
Es el temor de apostarle a algo que no está comprobado. Ven que a Romeo le va súper bien y ven “el camino”. El proceso con Sony Colombia ha sido muy bonito. Nos hemos ido entendiendo y hacia ambos lados ha habido una relación muy buena. Sobre todo por un respeto mutuo. Ha sido descubrir el camino y hacerlo. Al principio era muy alternativo para unos, y luego muy comercial, está en proceso de ver dónde se adapta.
Respecto a la bachata, yo busqué en su origen, cuando era un bolero rápido. Se tocaba con cuerdas de nylon, maracas, con una armonía elaborada. Después se llegó a la bachata rosa, con Juan Luis Guerra, que tomaban elementos originales para nutrirla con armonía de bossa nova, jazz o de blues. Por otro lado, la bachata fue fusionándose con el merengue. También hubo una generación que se fue a EU, allá se fusionó con el hip hop, el R&B, de eso surge la bachata comercial como Romeo, hasta Enrique Iglesias.
¿En algún momento te fue difícil dejar tu pasado en el rock?
Sí, fue difícil, pero obedece a un proceso de cuestionamiento, de dejarlo todo atrás. Estar en otro lugar, comencé a pensar de otra manera. Se puede ver como un desvío, como una pérdida de enfoque, pero no, porque al final hice el disco que quise. Fue un proceso, que fue creciendo y evolucionando con la participación de los músicos.