Sanje es el proyecto artístico de Santiago Mijares, músico y productor originario de la Ciudad de México, cuyo talento es conocido en proyectos como Little Jesus, Big Big Love y Girl Ultra. Ahora, Santiago se lanza en una nueva faceta con su primer álbum de larga duración, titulado “De Repente Otra Vez.” El disco es un viaje introspectivo que Sanje desarrolla a su propio ritmo, combinando una fusión de influencias y su particular sensibilidad artística. Con letras en español, guitarras acústicas, percusiones cautivadoras y la colaboración de invitados especiales. Tuvimos el placer de conversar con Sanje sobre su estado actual mientras gira por Estados Unidos, su experiencia al autoproducir un disco, su proceso creativo durante su estadía en Veracruz y el equipo de grabación que considera esencial para su arte. A continuación, te invitamos a conocer la historia detrás de “De Repente Otra Vez”
Cómo estás? ¿Qué estás haciendo actualmente?
Bien. Justo ahora ando de tour con Girl Ultra en Estados Unidos. Ha estado muy chido; toco en su banda y, además, estoy abriendo sus shows. Me ha ayudado a conectar con mucha gente latina por acá, lo cual me encanta. También he estado pensando en cómo hacer versiones en vivo de mis canciones, donde esté yo solo.
Escuché el disco y noto muchos elementos. Te veo en el escenario y te veo solo. ¿Cómo adaptas el material?
Lo simplifico. Lo hago muy acústico; uso algunos loops con un pedal que tengo. Procuro no usar secuencias, solo en una partecita. Es muy acústico, muy orgánico, muy folk. Trato de seguir a mis héroes del folk con los que crecí. Eso también me ha dado ganas de crear canciones que funcionen en este formato. Es muy costeable, y me gusta.
Regresando un poco, quiero hacerte tres preguntas básicas sobre este nuevo disco. Primero, ¿por qué el nombre “De repente otra vez”?
Ese nombre viene de que me di cuenta que es una frase que repito mucho. Es como: “De repente otra vez estoy mandando a hacer playeras de mi banda, de repente otra vez estoy volviendo a tocar, de repente otra vez estoy abriendo shows.” Es todo eso que había dejado, pero también aplica a mi vida en general, como: “De repente otra vez estoy enamorado, de repente otra vez me rompieron el corazón.” Me parece que es una frase que representa cómo es mi vida en este momento; como un “de repente otra vez” que sigue sucediendo. Solo me hizo mucho sentido que ese fuera el nombre, no lo dudé.
Me gusta mucho cómo suena. ¿Qué me puedes contar de la portada del disco?
Es una foto muy bonita de mi amiga Melissa, que es una fotógrafa increíble. Su arroba es: @mmmlunar. Somos amigos desde hace mucho, y en algún momento estaba viendo sus fotos y esa me encantó. Le dije, “Oye, quiero usar esa foto cuando haga un disco.” Siempre tuve muy presente esa imagen mientras trabajaba en el disco. Siento que va muy bien con lo que representa: esta cabaña, esos árboles, el brillo… es medio tenebrosa, medio linda. Siento que esa casa soy yo.
¿Sabes dónde es esa foto?
Es en un lugar en Jalisco, aunque aún no sé exactamente dónde. Tenemos que encontrarlo.
Te llamas Santiago Mijares, ¿por qué “SANJE”?
Sí, dentro de este proyecto, una de las razones por las que lo hice fue para “no pensar tanto las cosas.” Me frustraba y me atoraba mucho en cada detalle, desde el nombre de las canciones, el disco, las grabaciones… todo. La idea era disfrutarlo sin pensarlo tanto. El nombre de un proyecto te puede volver loco porque quieres que sea perfecto, y fue como: “Wey, lo que sea.” Soy de San Jerónimo, en el sur de la CDMX, y siempre me ha gustado mucho ese lugar y el hecho de ser del sur. Quería algo que representara mi nombre y de dónde soy, así que salió “Sanje,” y ya. Me ha gustado mucho cómo se siente y la identidad que me da.
Sé que también tienes este perfil de productor/ingeniero de grabación y que autoprodujiste este disco. ¿Cómo fue este proceso? ¿Dónde lo hiciste?
Mucho de esto lo hice antes de tener un estudio, en un lugar en La Juárez. Luego, puse un estudio al lado de mi casa y logré terminarlo ahí. Está hecho en todos lados; también hay cosas que grabé en Veracruz, otras en Nueva York, otras en mi casa, otras en mi estudio, y algunas hasta en mi iPhone. Me gusta estar atento y con la antena bien puesta para no perder ninguna idea. A veces, esa idea funciona bien desde la nota de voz en el celular, y no me gusta clavarme mucho en la calidad. Si solo tengo mi celular y me gusta, se queda.
¿Hubo más gente involucrada?
Sí, se grabó en varios lugares y con varias personas. El común denominador es que estuve presente en todo el proceso y que lo hice con mi hermano. Él era como mi pared; me decía qué estaba chido y qué no. Cuando estás solo, pierdes un poco el enfoque. A veces necesitas a alguien que te indique por dónde vas, y mi hermano fue esa persona. Ha sido increíble tener un estudio al lado de mi casa; puedo grabar una canción a las 5 a.m. o ajustar algo en el máster una hora antes de mandarlo.
¿Esto de tener el estudio al lado de tu casa no ha sido contraproducente? ¿No te hace procrastinar más, sabiendo que siempre puedes grabar o ajustar algo?
Sí, totalmente. Soy muy poco disciplinado; soy bastante flojo. Lo que más me gusta en el mundo es dormir [risas]. Era difícil; por eso necesitaba a mi hermano. Había momentos donde me imponía deadlines. Quizá procrastino todo el día, pero en la madrugada me llegan unos shots de creatividad. Soy fan de las dos cosas: me encanta ir a un estudio y sentir presión, pero también me gusta trabajar solo y a mi propio ritmo.
¿Dónde grabaste en Veracruz?
¡Qué chido! Me llevé muchas cosas. Tengo familia en Xalapa, mi abuelo es de ahí. De hecho, me siento veracruzano; siempre he sentido una conexión muy cercana con esa tierra, con su gente y su vida. En un momento me fui a grabar a Xico, llevé mis instrumentos, mi computadora y mi interfaz. Compuse casi todo el disco ahí y grabé muchas cosas también. Fui muy feliz, quiero regresar. Me encantaría comprarme un terreno allá y retirarme ahí. Me pareció interesante la instrumentación del disco, especialmente los metales.
Es diferente a tu anterior proyecto, “Big Big Love”, donde había muchos sintes y otra instrumentación. ¿De dónde viene ese cambio?
Creo que la instrumentación cambia según la época y el contexto. En “Big Big Love” no teníamos acceso a hacer tantos metales, y no conocíamos a tantas personas para colaborar en eso. Siempre he tenido esa onda medio melancólica que me sale. Ahora quise aprovechar todos los elementos que tengo en el subconsciente solo por ser mexicano y latino, y los metales siempre están presentes en eso. Amo el trombón, y he sido muy salsero desde pequeño. Tengo un gran amigo que toca el trombón increíblemente bien, así que lo usé mucho. Otro amigo toca el saxofón, y yo toco el clarinete. Los vientos son muy chidos, especialmente para los latinos; eso está en nuestro ADN.
También siento que la guitarra acústica es muy importante en este trabajo. ¿De dónde viene eso?
Sí, la guitarra acústica siempre me ha acompañado. Me encanta todo lo que tiene guitarras acústicas; soy muy fan del folk y la música brasileña.
Yendo más a lo técnico, ¿qué equipo ha sido imprescindible o importante en tu proceso creativo?
Ufff, para mí lo más importante ha sido mi grabadora de casete TASCAM 424. Aprender sobre el flujo de señal y cómo afecta la ganancia ha cambiado mucho mi manera de ver la grabación y la composición. Grabar directo en cinta analógica me ha dado otra perspectiva. Además, las puedes encontrar bien baratas en Marketplace.