Con 23 álbumes de estudio y 38 años de carrera musical ininterrumpida, Fito Páez es uno de los músicos más emblemáticos y queridos del rock argentino. Hábil para serpentear entre varios estados de ánimo con sus canciones, el cantautor ha construido un repertorio amplio que da voz a dos generaciones de escuchas en Latinoamérica.
De espíritu libre y cosmopolita, no es una suerte que Fito Páez ofrezca su primer concierto en el icónico Carnegie Hall de Nueva York: cuando uno desea mucho algo, el sueño puede pasar del plano onírico a la realidad.
Con un gran optimismo al habla, el cantautor llega a la Gran Manzana para presentar sus clásicos y La ciudad liberada, su más reciente disco bajo un formato orquestal.
Mientras trabajaba en la producción de un disco, Fito se dio el tiempo para charlar sobre esta fecha irrepetible que tomará lugar este viernes 28 de septiembre en uno de los lugares más representativos de Nueva York. Acá lo que comentó para La Banda Elástica:
Hola Fito, ¿cómo estás?
Muy bien, estoy acá en Buenos Aires trabajando en el disco de una banda que se llama Francisco y Les Exploradoras.
Te propongo un ejercicio “milenial”… Acabo de entrar a Twitter, miré que el hastag de #Borges es tending topic, hoy que se conmemora su natalicio. ¿Cuál es tu libro favorito de Jorge Luis?
Voy a caer en el lugar común, “El Aleph”. Es un libro que pasa como con ciertos discos o películas que las vuelves a ver varias veces en tu vida. Yo siempre vuelvo a “El Aleph” y me parece cada vez más emocionante.
Cuéntame ¿cómo te cayó la noticia de tu presentación en el Carnegie Hall, un lugar de ensueño en Nueva York?
Recibí la noticia con una gran alegría, sobre todo por lo que representa el Carnegie. Después vino toda la problemática (risas), probar varios formatos instrumentales hasta decidir el mejor. Pensé en una orquesta, en hacer una banda, en hacer un show acústico; surgieron varias posibilidades para montar el show. Al final decidí hacer una orquesta formada por 21 músicos, con cuerdas, metales, vibráfono y arpa. Ahora divido mi tiempo entre ensayar con la banda y por otro lado reviso los arreglos de la orquesta que haremos. Muchos están basados en los arreglos originales, por ejemplo, muchos teclados los transportamos a arreglos de cuerdas.
También tocaremos arreglos de artistas geniales como Gerardo Gandini, que por otro lado tuvo una consagración maravillosa en el Carnegie en los años 70. El hacía música contemporánea, fue uno de los grandes músicos argentinos. Hace años hacíamos un espectáculo llamado Amor y pueblo, él usaba algunas de mis canciones. También habrá arreglos de otro gran músico argentino llamado Carlos Villavicencio, que arregló el Cadáver exquisito.
¿Habías estado en el lugar antes, qué fue lo que escuchaste?
Lo último que vi ahí fue a la Filarmónica de Michigan haciendo algo de Ravel, era muy emocionante escuchar la calidad de la acústica, el sonido de la orquesta. Desde mi lugar escuchaba las frotaciones de los violines, las vibraciones de los metales, la madera de los instrumentos. Era muy impresionante. Salí de ahí pensando, “ojalá que algún día me toque presentarme en este lugar tan hermoso”. ¡Ten cuidado con lo que deseas: puedes conseguirlo” (ríe).
Qué nos puedes decir de “La ciudad liberada”, un tema rockero con una letra muy cruda.
Conforme vas viviendo, tomas posición sobre dónde quieres estar. Miras a esa gente que no para, están en todos los lugares del mundo, es algo descarado y así es como lo encaro en esa canción. Es una canción tan importante en el álbum que por eso terminó titulándose así el disco: La ciudad liberada.
El otro días comentabas que para tí no existe el bajo o el alto arte. Qué opinas del reguetón, ahora que ya nadie escucha radio pero que las plataformas digitales bombardean a las generaciones jóvenes con este ritmo.
Mira, es un género joven, surgido de un lugar incierto. No podemos decir que el reguetón sea un ritmo derivado del África como sí diríamos de la música atlántica, del blues o de cierta música chilena o peruana. Es un género nacido de la industria, entonces hay que darle unos años a ver cómo evoluciona, ver qué expresiones quedan con el tiempo. Yo diría que está dentro de la cadena de la Música Popular Americana, vamos a ver qué lugar ocupa en el tiempo y con los años. Quizá no es momento de dar un diagnóstico. Aparte, la música no es ni buena ni mala ¿Viste? Los músicos no son los enemigos. Lo que debemos entender es que la música nos ha regalado un cursor inmenso en el siglo XXI, y debemos estar atentos para estar a la altura de este legado.
¿Cómo te cambió la vida haber descubierto a Charly y a Spinetta en tu juventud?
En aquel momento yo tenía 13 o 14 años, era muy chico, iba en la secundaria y tenía la formación judeo-cristiana-católica, todo muy rígido. Entonces imagínate descubrir a Charly García con La Máquina de Hacer Pájaros y a la semana te encuentras a Luis Alberto Spinetta, con la banda Invisible haciendo El jardín de los presentes, fue muy impactante. Era una nueva forma de entender el mundo, había mucha libertad, musicalidad y una energía increíble en el aire. Hay que recordar que ese año también fue el golper militar, fue un momento sombrío también. Entonces, que aparecieran estos músicos con estos discos delirantes y hermosos fue algo impactante.