“Con mucha tristeza la familia Kerigma participa la partida de nuestro hermano Tony Méndez, pilar fundamental y motor de la banda que unió nuestro camino desde hace 44 años. Partió rodeado del amor de su familia y amigos. Agradecemos las muestras de solidaridad recibidas por la comunidad musical en esta etapa de su vida y nos mantenemos en pie para el evento en que celebraremos su vida y trayectoria. Este evento será además de ayuda para su familia.
Hasta la vista hermano Tony, Kerigma para siempre!!”
Fue el mensaje de los compañeros del rock y la vida de Tony Méndez, quien falleció este 7 de diciembre en la CDMX.
El rock mexicano perdió a una de sus figuras más constantes con la muerte de Tony Mendez, bajista de Kerigma y presencia fundamental en Rockotitlán. Su partida ha generado una reacción inmediata entre músicos, fans y trabajadores de la industria que lo conocieron de cerca y saben que su influencia va mucho más allá del escenario.
Mendez formó parte de Kerigma desde los años en que la banda ayudó a darle forma a la escena del rock en español. En un contexto en el que los foros eran escasos y la infraestructura prácticamente inexistente, el grupo se abrió camino con un sonido propio, y el bajo de Tony fue clave para ello. Su manera de tocar era precisa y sin pretensiones: líneas melódicas claras, buen oído y un sentido del ritmo que sostenía al grupo en vivo y en estudio. No era el músico que buscaba llamar la atención, pero su presencia se notaba porque daba estabilidad.

Quienes lo vieron en el escenario lo recuerdan concentrado, serio, enfocado en mantener el pulso. Kerigma nunca se caracterizó por excesos escénicos, y en esa propuesta el papel de Tony era fundamental: ser la base sobre la que descansaba todo lo demás.
Además de su trabajo como músico, Mendez dejó una huella profunda en Rockotitlán, el foro que se convirtió en punto de encuentro para bandas emergentes y consagradas durante décadas. Ahí trabajó como cuidador, aunque su labor fue mucho más amplia. Se encargaba de que el lugar funcionara, de mantener el orden y, sobre todo, de recibir a los músicos con respeto. Bandas jóvenes recuerdan que siempre tenía una palabra sencilla, un comentario que bajaba la tensión antes de subir al escenario.
Su manera de trabajar lo volvió parte esencial del ambiente del foro. En una escena conocida por sus dificultades y egos, Tony era alguien confiable. No tenía discursos ni poses; simplemente hacía su trabajo y sabía escuchar.

La noticia de su fallecimiento, tras una breve hospitalización, generó una cantidad notable de mensajes en redes sociales: fotos, anécdotas breves, recuerdos de madrugadas y ensayos. La mayoría coincide en que era una persona accesible, respetuosa y con un compromiso real por la música, aun cuando él mismo no buscaba estar en el centro de nada.
Su muerte deja un espacio difícil de llenar, sobre todo porque figuras como él —las que sostienen una escena desde la base, sin reflectores— no abundan. Su legado está en las grabaciones de Kerigma, en los años que Rockotitlán logró mantenerse como un foro importante y en la memoria de quienes lo trataron.
El rock mexicano avanza, pero lo hace sobre el trabajo de personas como Tony Mendez. Hoy se le recuerda no solo por lo que tocó, sino por la forma en que estuvo ahí para tantos.
El grupo participará en un evento anunciado en sus redes sociales en el que además, rendirá honor a su amigo.





