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Las mentiras más grandes que se han dicho sobre el rock mexicano. La Banda Elástica

Las mentiras más grandes que se han dicho sobre el rock mexicano.

Quizá no faltará quien asegure que la primera “gran mentira” estriba en el título mismo de este artículo, que alude a la existencia indudable de un verdadero rock, autóctono y mexicano como tal.

Pero, dejando la paradoja a un lado y con la certeza de que existe un rock mexicano con una historia que contar, repasemos algunos mitos que colman de tragedia, drama, misterio y claro, mentiras, esta entidad de mil rostros del rock hecho en tierras aztecas.


Durante la insólita primera presentación de Robert Smith y compañía en México, allá por 1992, en Monterrey (MEX), varios medios y revistas especializadas de la época aseguraron que se propuso a Caifanes para abrir el show.

La historia cuenta que estos se negaron porque sabían que The Cure los iba a opacar, sobre todo por la imagen de Saúl, supuestamente clonada de su homólogo británico —pero en realidad más cerca de Clan of Xymox que de los creadores de Disintegration—.

Lo cierto, es que según declaró el mismo Saúl Hernández años después, esa oferta nunca existió de manera formal o al menos, ellos nunca la tomaron en serio:

No me acuerdo por qué no abrimos su concierto en Monterrey en 1992, pero sí que había una lucha por mantener una identidad propia y hablábamos de proteger a Caifanes en ese sentido”.

Saúl Hernández

Alguna vez, le pregunté eso a Julieta Venegas y se molestó mucho: “¿Cómo la cumbia va a salvar al rock mexicano?”, me contestó no de muy buen humor. Lo cierto es que “La Negra Tomasa” de Caifanes, algunas incursiones de Botellita de Jerez en el género, los guiños de El Personal o los experimentos hipsters como Afrodita, Sonido Gallo Negro o la misma Julieta cantando “El listón de tu pelo”, daban indicios de ello.

Después de todo, la latinidad también había salvado a Radio Futura cuando se reinventaron con “Semilla negra” y hasta a Soda Stereo con su base andina-dark en “Cuando pase el temblor”.

Años después, la respuesta incrédula de Julieta cobró sentido: la complicidad entre ambos géneros era una quimera. Si bien Jay de la Cueva, Natalia Lafourcade y muchos personajes del rock y el pop nacional suelen hacerle segunda a Los Ángeles Azules, y personajes como Camilo Lara y su IMS pusieron de moda las playeras que rezan “Give Cumbia a Chance”, el romance entre rock y cumbia ha terminado por incompatibilidad de caracteres y no conozco a ningún “rockero arrepentido por las cumbias que no bailó”, como reza el meme.


Podemos escuchar el mismo reclamo en varios casos del rock local: si cambias de cantante o el guitarrista original se sale, “ya no es lo mismo”.

Sí, con Juan Carlos Pereda —nombre real de Juan SonPorter alcanzó niveles insospechados, pero tras la ruptura y la llegada de David Velasco a las vocales, el sonido del grupo de reinventó y no podemos decir que una u otra alineación sea mejor, sino que son simplemente diferentes.

Claro, existen los nostálgicos que no perdonan los cambios, pero estamos hablando de una cuestión de percepción y gusto particular y no una verdad absoluta.

No obstante, ésta es una engañosa punta de la pirámide, porque en realidad muchas bandas se separan cuando el cantante los abandona.


No necesariamente. Si bien, en algún momento el nacionalismo de muchas bandas que buscaban un reencuentro con sus raíces apelando a la cultura pop mexicana –y según palabras de músicos como Joselo Rangel de Café Tacvba, “imitar las patillas de Vicente Fernández y no las del Elvis (muy en la vena de “We Are Sudamericans Rockers” de Los Prisioneros)–, en realidad, los grupos de rock mexicano siempre fueron muy abiertos y cero excluyentes o malinchistas.

Al menos, desde el boom del llamado “rock en tu idioma” para acá (y lo digo sin ningún dejo de ironía, aunque en el primer disco de Café Tacvba muchas letras parezcan decir lo contrario), distintas bandas que apostaban por esa mexicanidad, tenían entre sus filas a músicos de otros lares, como Caifanes incorporando a sus filas a Alejandro Marcovich (y en otro momento, al bajista Stuart Hamm) o La Maldita Vecindad con su bajista Aldo Acuña, también argentino.

¿O qué decir de Randy Ebright, baterista de Molotov? También está el caso de Martin Thulin, quien al principió jugaba a ser menonita originario de Chihuahua –no sueco–, y fue bien recibido con Los Fancy Free y sus otros proyectos.

Además, muchas bandas mexicanas continúan cantando en inglés, pese a que tradicionalmente nunca han tenido verdadera oportunidad en el mercado anglosajón, con excepción de varios casos que lo han logrado en Rusia o en otros países, sin cambiar de lengua.


Eso aplica para decenas de grupos de ayer y hoy: desde Austin TV hasta Reyno.

En el caso de Fobia, el grupo estaba fragmentado desde la salida de Gabriel Kuri. Aunque la salida de Leonardo aceleró el proceso de descomposición en su primera separación, él mismo relató para la revista Eres, que les aconsejó a los miembros restantes del grupo que siguieran sin él, que metieran a una vocalista en su lugar y se volvieran “los Garbage mexicanos”.

Lo cierto, es que según Iñaki Vázquez, tecladista del grupo, de haber seguido por el mismo camino de los dos primeros discos (muy darks y sin el humor negro musical latente a partir de  Leche) Fobia se hubieran vuelto tan solemnes como Los Héroes del Silencio.


“Yo le celebro al reguetón, un género donde todos se ayudan con colaboraciones y shows, mientras que el rock en México es muy duro, competitivo y con muchos celos. Existe una gran división”, aseguró en 2021, Jay de la Cueva para la revista GQ México.

En los 90, también Café Tacvba le tiró a la yugular a El Tri, diciendo que tenían años tocando la misma canción sin proponer nada nuevo (y bueno, tenían razón, pero esa es otra historia).

Años después, Café Tacvba invitó a Alex Lora a su aniversario XV. En una entrevista posterior para Círculo Mixup, Emmanuel del Real confesó que cuando dijeron eso, eran muy jóvenes-punks y querían romper con el pasado criticando a sus antecesores, pero que la declaración no había sido en serio (¿en serio?).

Por esas mismas fechas, Saúl se burló a su vez de los mismos Tacvbos, a quienes no criticó directamente: “vestirse de Los Xochimilcas para rescatar la música mexicana” comentó en tono burlón.

En esos años, no existían las redes sociales, de lo contrario, las palabras de Meme, se hubieran convertido en un meme. 


Tal vez lo fue, pero esa tendencia se daba tristemente en un mundo dominado por Mötley Crüe y bandas similares. Lo cierto, es que bandas mexicanas con mujeres al frente o en la alineación siempre han existido.

En los 80, Cecilia Toussaint y Kenny eran muy populares. Posteriormente, Rita Guerrero se convirtió en una deidad que se materializaba en los conciertos. ¿Y qué decir de Tijuana No!, Julieta, Las Ultrasónicas, Jessy Bulbo y bandas legendarias como Iconoclasta, que tenía en sus filas a Greta Silva, o de culto como Nona Delichas de Tijuana, con la voz etérea de Claudia Morfín?

Pero, esa sólo es la punta del iceberg. En la actualidad, hay bandas activas con mujeres destacadas al frente, como las Margaritas Podridas, por ejemplo. 


En 2012, un artículo titulado “La generación Zoé”, publicado por la revista Proceso, dio mucho de qué hablar. En el texto, se afirmaba que toda la camada de bandas contemporáneas no tenían compromiso político y se dedicaban a hablar de “planetas y anémonas de luz”.

Mentira. En la periferia, desfilaban y desfilan bandas que sí ondean la bandera de alguna causa. Además, no todo el rock debe tener un discurso político. Es normal que las bandas que apuestan por lo lúdico, tengan letras más universales.

Como dijo el mismo León Larregui el día que lo detuvieron ‘hinchado en alcohol’ (parafraseando una de sus mismas letras): “¿una canción sobre esto —su detención— ni que fuera Alex Lora, no tiene nada que ver”.

https://www.youtube.com/watch?v=GmpLMtldQxk

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