Monkey Week, Day 3. La Banda Elástica

Inside the Monkey : Día Tres : El Juicio Final

Era una ecuación sencilla: o se terminaba el Monkey Week, o el Monkey Week terminaba conmigo. La avalancha de conciertos y fiestas de ayer me dejaron el cerebro cuadriculado. Saco en limpio, forzando al máximo la última neurona que sigue despierta, que el festival sevillano es probablemente una de las instancias que mejor combina música en directo, industria y desmadre total en todo Europa.

Se desgarraron los cielos de Sevilla para despedir la fiesta con un aguacero infernal que obligó a reprogramar algunos de los conciertos del escenario de afuera. A mí me obligó a escurrir los pantalones y pedir un vodka tónica para luchar contra el frío. Apenas son las 5:30.

Como en el primer día, el arranque fue ecléctico e inesperado con el dúo chileno Emilia y Pablo, que acompañados por un verdadero chamán de las percusiones, dieron un espectáculo folklórico flamenco-latinoamericano que emocionó hasta a los rockeros más duros que había en la sala SGAE.

De ahí siguió una maratón interminable mientras, como cuando te pasas las vacaciones en un pueblo pequeño, me iba saludando y haciendo bromas con todo hijo de Dios. Del post rock de Red Passenger me fui a la promesa lo-fi del punk pop rock con autotune de Ghouljaboy, que tenía la fiesta ya montada y el escenario del último piso repleto hasta decir basta.

Ya calentitos con su despliegue, la manada de borregos bajó un piso a donde estaba el gallego Grande Amore, que no necesitó más que unas bases sencillas y un micrófono para convertir el escenario del cubo en una discoteca.

Es emocionante ver una instancia en donde se le da el mismo respeto e interés a las bandas emergentes que los nombres ya consagrados. Me tomo un trago de punk femenino con Tiburona, otro vodka tónica, un poco del sorprendente flamenco electrónico de Álvaro Romero y al cuadro siguiente figuro tirado en uno de los sillones del lobby, con una botella de agua en la mano y los pies que me van a explotar.

Siento que es hora de rendirse, pero la curiosidad por lo que todavía queda me da el último boost de voluntad; último boost que alcanzaría para llegar hasta las 5:30 de la mañana, 12 horas después del primer concierto.



Subo a ver a Rosín de Palo porque eran, en el papel, mis preferidos y no defraudaron: brutales. De lo más innovador y bizarro de esta edición del Monkey Week y tal vez también de las ediciones futuras. Un contrabajo y una batería, bien usados, son más que suficientes para ponerte a flipar en colores con un espectáculo musicalmente anárquico, técnico, raro, estridente, y al mismo tiempo armonioso de alguna extraña manera.

Ya torpe, corro destartalado para escuchar a los Black Lips: plato de fondo del Monkey Week y una banda que suena ya a consagrada. No tuvieron que derramar ningún líquido por el escenario para ser un éxito total, y eso se notaba en la cara de alegría de los organizadores.

Ha$lopablito desde Colombia y con una combinación entre bases y batería de verdad que fue de mi total agrado, se encargó de ir cerrando la noche en el Cartuja Center disparando rap de verdad; de ese que habla verdades que calan hasta la médula.

Excelente, aunque mi cuerpo a estas alturas solo piensa en una cama y una sopita de pollo. Sufro al pensar que todavía quedan las salas. Sala X estalla con el punk y movimientos exorcizantes de la URSS y la buena onda va guiando la noche hasta su delirio y posterior final.

Los rumores de pasillo quedan más que confirmados: el Monkey Week es uno de los festivales con mejor rollo de todo España.

El que busca...

Search

Newsletter

Email address:
(optional) Your name:
Type this number
in the box