Mucho antes que bandas como Plastilina Mosh, Kinky, Nortec o Zoé, cambiaran el paradigma del rock mexicano, Titán surge en 1992, como una banda que rompe las expectativas.
Bajo un formato de power trío, Emilio Acevedo (sintetizador) Julián Lede (guitarra y programación) Andrés Sánchez (bajo y programación), se juntan para hacer un rock electrónico -hasta entonces inédito-, en México. Con ironía y mordacidad kitsch, su idiosincracia DIY echaba mano de samplers, secuenciadores y sintes para escribir temas delirantes.
En 1995, la banda edita Terrordisco, un álbum que si bien no consigió un éxito desmedido en el mainstream, ondeó la bandera de la escena subterránea con fuerza. Con el groove funky de “Cuin”, Titán deja un precedente que influenciaría a toda una camada de músicos.
Un año antes del cambio de milenio, Titán sufre un cambió de alineación que modificaría el sonido del grupo. Andrés dice adiós y en su lugar se incorpora Jay de la Cueva, un músico y multi-instrumentista que desde niño conoció el estrellato en Microchips. Más tarde, con su paso por Fobia y las Víctimas del Doctor Cerebro, la llegada de Jay, deriva en Elevador, un segundo disco del que se desprende “Corazón”, una versión contagiosa de un clásico bailable que capta la atención del público.
Mitad sintetizado, mitad orgánico, el balance entre instrumentación real y recursos de edición, logra un disco atípico dentro del rock que se hacía en México.
Con un ADN sonoro que ellos definen como “progresivo barato” (pobre-civo, diríamos por acá), Titán adquirie un status como banda de culto. Entre pinceladas de rock ondoso de los 70, blues callejero, electro y funk cochambroso, lo suyo se vuelve el soundtrack para una generación de noctámbulos alternativos.
Inquietos por naturaleza, cada miembro de la banda comienza a trabajar en proyectos paralelos. Con el poderío comercial de Moderatto (el proyecto de Jay), Silverio (el proyecto de Julián) y María Daniela y su Sonido Lasser (el proyecto de Emilio), la poderosa maquinaria de Titán, puso su inventiva en receso durante unos años.
Finalmente, en 2005 editan un álbum homónomo que impregna de space chemo las calles del “defecutuoso”. Con pocas presentaciones en directo, el trío se pone en standby durante más de una década.
El año pasado, luego de 10 años de ausencia discográfica, Titán anunció su regreso con el disco Dama, un trabajo que fue incluido en los Mejores Discos de 2016 por varios medios especializados. Bajo la dirección de Rogelio Sikander, la banda se reivindicó con el video de “Dama fina”, un trabajo provocador que mantiene la ironía y el olfato para anticipar el futuro con su música.
Más tarde, el trío publicó “El rey del swing”, un tema contundente que escupe como una metralla de principio a fin. Para cerrar la trilogía, la colaboración de Gary Numan en “Dark Rain”, fue acredora de un 10/10 por su apuesta visual y musical.
Con todos los reflectores encima, Titán llega al Ruido Fest 2017 con un show futurista, una puesta en escena en la que demostrarán porqué es una de las bandas más propositivas y arriesgadas de la escena mexicana de los últimos 20 años.