Calamaro: Bohemio empedernido

Andrés Calamaro 01

En fecha reciente, durante su paso por México, “El salmón”, como también se conoce al cantante argentino, decidió reunirse con algunos periodistas en las ciudades que visitó.

Lo que inicialmente se anunció como una rueda de prensa terminó siendo —al menos en Guadalajara— una larga y generosa conversación en la que él, fue y vino por distintos tópicos de su interés, entre ellos su afición a los toros, su gusto por ver los partidos del Barcelona en casa y su brutal descubrimiento de SoundCloud, que le espoleó para colgar varios cientos de canciones para beneplácito de sus seguidores.

Entre las muchas frases que soltó aquella mañana en el salón de un hotel de la ciudad, destaco un par. La primera es la que alude, nostálgicamente, a su primer encuentro con la música en su infancia temprana:

“La música es el primer recuerdo que tenemos, cuando nos cantaba nuestra mamá para dormir. Yo creo que el primer recuerdo de mi vida, es el de mi mamá cantando su repertorio de canciones de cuna…”

Calamaro

La segunda, parte de la reflexión que Calamaro hizo del hecho de que el programa de sus conciertos inevitablemente debe contemplar ciertas canciones, las que su público viene a escuchar, y no tanto sólos de guitarra, que a él le gustaría incluir: “Eso fue lo que me enamoró a mí del rock: las guitarras. Aprendí a amar al rock, escuchando guitarristas.”

A continuación, algunas de las cosas que Calamaro dijo ante unos diez periodistas, representantes de la radio y los medios impresos tapatíos, que conversamos con él aquella ocasión, largo y tendido, luego de haber escuchado por vez primera, algunas de las canciones que vendrán incluídas en Bohemio.


BOHEMIO

La bohemia es un poco como la poesía (…) Escribí la canción “Bohemio” en tercera persona: puedo estar hablándome a mí o puede ser una primera persona transformada en tercera, por la canción. Yo trato de refinar mis cuestiones escépticas escuchando a los sabios del folclore argentino, por ejemplo. Esas cosas que uno cree conocer, pero que en la vida adulta hay que volver a buscar para encontrárselas.

Algunos de los muchos artistas de la música de los últimos cien años en Argentina dieron un gran ejemplo de conciencia pura, como es el caso de Atahualpa Yupanqui o Astor Piazzolla. Quiero decir que hay conciencia pura en la palabra de Yupanqui, pero hay conciencia pura en la partitura de Piazzola y hay conciencia pura en la guitarra de Paco de Lucía. Dejemos a la bohemia como una forma poética e independiente de entender y ver la vida. El límite es hacer las cosas bien.

Un bohemio puede ser un individualista o ser un romántico o un borrachín. Pero hacer las cosas bien, puede ser un límite razonable para un lapso de bohemia. Dice Atahualpa Yupanqui, refiriéndose a los cantores populares: “Si la tierra te ha elegido, te espera una tremenda responsabilidad.” Él dice que la tierra elige a sus cantores, pero no para su vanidad sino para su sacrificio.

Quiero que se llame Bohemio porque uno va a agarrar el disco y va a leer: “Calamaro… bohemio…” Y yo quiero que las cosas se queden así. Que nadie diga: “Calamaro… boludo…” Hice un disco que se llamó El cantante y nadie dijo “El can-tonto”. Y ya pasaron casi diez años. Y después hice El regreso y nadie dijo “El re-grasa”.


RESPONSABILIDAD

Debo haber escuchado muchísimas canciones, pero también escribí unas cuantas. Dicen que tengo registradas más de mil canciones, dos mil, razón por la cual espero haber sido responsable y haber escuchado primero cien mil canciones. No soy un músico de generación espontánea. Fui preparado para esto.

No fui un buen alumno al piano. No me convertí en un gran pianista de jazz, me faltó voluntad. Pero tampoco soy un músico de generación espontánea. No estaba yo allí en el fango del fandango y un rayo de luz me dio en la frente y empecé a ser músico.

Quiero decir que soy un músico de segunda categoría y siempre necesito esforzarme para que las cosas salgan bien.

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LA CANCIÓN

Escuchar es como cantar, es decir que hay que afinar también para escuchar. El parlante es lo mismo que un micrófono. Hay que ofrecerse a la música. Hay más días que sandías, pero hay mucha música buena para descubrir. No digo que tengamos tiempo para escucharla toda, pero tampoco tenemos necesidad de escucharla toda.

A mí me preocupa un poco el público que llora cuando escucha mis canciones porque no me gustaría que sólo escuchara las mías. O sea, si mi público escucha solamente mis discos, fue que me equivoqué en algo. Ahora, no somos infalibles, todos nos podemos equivocar. Se valora ahora más la letra de la canción que la música, pero yo creo que eso es engañoso. Porque en una canción no se puede separar la letra de la música, por eso se llama canción.

“Canción” me recuerda a la palabra “canto”. Una canción que nos emocione igual no aguanta a ser recitada como si fuera una poesía. Y no tiene nada de malo. Es sólo una broma frecuente que se hacía cuando empezó el rock and roll. Leer “Be-bop-a-lula” como si fuera una poesía y reírse.

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CACHORRO LÓPEZ

Podríamos haber grabado el disco en noviembre de 2012 porque las canciones ya existían, pero finalmente lo grabamos en marzo de 2013 porque ése era el momento en que Cachorro podía grabar. Él se pasa cada día y cada minuto de la grabación al pie del cañón, y “yo soy el cantante que hoy han venido a escuchar”.

La selección de canciones la hizo Cachorro, la hablamos, siempre respetando y escuchando mi opinión y mi instinto. El problema de las ideas es que todo el mundo tiene buenas ideas. Es lo agotador de hacer un disco: todos tienen una opinión distinta sobre la portada, sobre el video, sobre la canción que anticipa el disco. Con Cachorro ya nos conocemos y sabemos cómo interactuar y seguir queriéndonos y que sea una grabación feliz y no discutir.

Cuando ví que el disco empezaba a madurar, me empezó a gustar mucho la idea de estar grabando el disco clásico, no quiero decir “corto” porque grandiosos discos tienen menos de diez canciones. Por ejemplo, los discos de Camarón y Paco de Lucía, tienen nueve canciones todos. Habrán pensado: “Somos Camarón y Paco de Lucía, si quieren diez canciones, hagan méritos o páguenos más.”

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Inclusive grabamos once canciones. Bueno, yo grabé muchísimas canciones para llegar a diez. Y hay otra canción más, terminada, pero realmente pensé que era mejor disco quitando esa canción. El balance de las letras, de la música, hacer un disco con menos canciones me resultó más solemne, en el buen sentido. Estas diez letras tienen más importancia. No es que se diluyan las letras si pones más canciones. Un disco es un disco entero y para sentarse a escucharlo.

Me gusta mucho como quedó con diez canciones. Espero haberle dado buen material a Cachorro para que sea el disco que él quería grabar, supongo que sí. Bueno, estoy seguro que sí.


MÚSICOS

Los músicos que grabaron el disco son los músicos que tocan conmigo también. Cachorro no hubiera grabado con estos músicos sólo porque yo se lo pedía, tampoco fue un pacto de caballeros, porque él no va a hacer ninguna concesión. Hace discos de firma, de autor, es lo que quiero decir. Hace muchos años lo veía como un productor estándar, pero es el único que quedó en pie, haciendo discos buenos y aprovechando muy bien el talento de los artistas.


¿CANSADO DE CANTAR “LAS MISMAS” TANTAS VECES?

Tuve una crisis existencial. No siempre ha sido sencillo. La última gira la interrumpí y paré de actuar durante un año para corregir ese dilema, esa complicación. Para hacerme un exámen de conciencia, a ver si estaba entendiendo las cosas con claridad. Y alguien me dijo que no tenía que ser público, del público sino que tenía que ponerme en el lugar del público. Leí algo muy parecido también, en este libro que sacó el director trash, el de Pink Flamingos, John Waters.

El libro empieza con un encuentro de él con Johnny Mathis, él lo va a entrevistar y después lo acompaña a un concierto de navidad. John Waters lo escucha cantar una de las canciones que cantaba para nuestras tías. Y Waters se pregunta lo mismo, mientras lo escucha cantar esa canción que Johnny tiene cantando cincuenta años. Y es Mathis quien le dice: “aprendí a ponerme en el lugar del público”. Y yo creo que ésa tiene que ser la razón.

Tampoco el público tiene derecho a todo por el mero hecho de pagar, pero sé que son las canciones que la gente quiere escuchar. Y un fenómeno de los últimos años es que la gente viene a escucharme, y al mismo tiempo viene a cantar fuerte. No me preguntes cómo hacen para escuchar y cantar fuerte al mismo tiempo, pero lo consiguen. Incluso algunos pueden cantar, escuchar y filmar la canción al mismo tiempo! O sea, eso es vivir con intensidad un recital.

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Para mí, el secreto de los recitales, para armar un grupo, para elegir a los compañeros, es que uno se tiene que plantar ante cada concierto pensando y creyendo y sabiendo que tiene que ser el mejor de todos, el mejor de la vida, el mejor que el anterior, mucho mejor de lo que hacíamos hace veinte años. Siempre trato que el próximo sea el mejor recital de mi vida.


MÉXICO EN LOS OCHENTA

Yo estaba grabando a otro grupo en otro estudio. En ese estudio que era muy apreciado, el de Polygram, con el ingeniero que se llamaba Segundo Tercero. Es un gran nombre, realmente se llamaba así: Segundo Tercero. En alguna parte tengo su tarjeta. Fue en el año 88. Sobre todo esto, por supuesto que escribí una canción.

Me jacto de tener muchas de mis mejores grabaciones inéditas. Y pedí el Estudio “B” para grabar con la Maldita [Vecindad] una canción mía que se llamaba “Pero sin sangre”. Lo que pasa es que me hice el superado, con el tema del tequila, me hice el valiente, suerte que no lo hice frente a un toro. Si el tequila me dejó por el piso, el toro me hubiera mandado al hospital, pero con suerte o directamente al cielo con Steve Jobs. Dice Carlos Solari, nuestro número uno en Argentina… el número dos es Ricardo Iorio y el número tres soy yo, por lo menos de todo esto me llevo una medalla de bronce, ¿no?. Él dice, “me gusta el paraíso por el clima, y me gusta el infierno porque tengo más amigos allá abajo.”

Calamaro | “Bohemio”

Por: Enrique Blanc

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