Rocío Márquez y Bronquio: flamenco y electrónica para escapar al "Tercer cielo"

Rocío Márquez y Bronquio: flamenco y electrónica para escapar al “Tercer cielo”

Durante lo que va del siglo XXI, el flamenco ha entendido muy bien que le hacía falta entreverarse con una visión de futuro a través de mezclarse con otras músicas y la electrónica es una de ellas. No se trata en modo alguno de desconocer o descalificar a la tradición, -todo lo contrario- sino basarse en ella para luego transformarla y evolucionar… así lo ha entendido perfectamente Rocío Márquez.

En la historia del flamenco hay dos discos que representan un punto de inflexión: La leyenda del tiempo de Camarón de la Isla y Omega, firmado por el cantaor Enrique Morente y el grupo de noise rock Lagartija Nick. Más recientemente, y yendo más allá de la cultura rock, llegaron dos discos que una vez más sacudieron la escena de raíz: El malquerer de Rosalía y El madrileño de C. Tangana; en ambos hay dosis de electrónica en menor o mayor medida, es por ello que tienen que ver con esta historia.

Pero también tomemos en cuenta a otra joya maravillosa: Clamor, realizado por Maria Arnal i Marcel Bages; que ya nos enfoca en esa gran libertad de experimentación a la hora de tomar el acervo flamenco y mediterráneo, y entrecruzarlo con diferentes recursos de la electrónica en su vertiente más avanzada y menos perfilada al dancefloor.

Es entonces que también nos acordamos y vienen a cuento los esfuerzos de Niño de Elche y Califato ¾ a la hora de contribuir a la heterodoxia flamenca… que es de lo que se trata Tercer Cielo, el disco que han firmado al alimón Rocío Márquez y Bronquio.

Rocío Márquez aporta el cante y viene desde la tradición, mientras que Bronquio agrega todo el aparataje electroso, a través de un arsenal de sintetizadores y muchas percusiones digitales.  Y la mancuerna creativa funcionó a tal grado que presentan 17 canciones, unas más convencionales y otras que casi rozan el delirio (a manera de interludios).

Probablemente, el hallazgo más rutilante de la entrega es “De mí”, que es una rumba en la que está presente el flow trapero de 41V1L, una mujer que desde el underground aporta más fibra y que también colaboró en todo el disco que Bronquio editó en solitario también este año y llamado Sea lo que sea.



Tercer Cielo (Universal Music, 2022) arranca desde la densidad con “Paraíso”, que es una milonga con la que Rocío Márquez deja en claro su capacidad vocal, que también puede bajar hasta convertirse en un susurro y un quejío.

En la parte textual arrancamos con letras tomadas de Miguel de Unamuno , Carmen Camacho y Macky Chuca, para luego incursionar en Federico García Lorca, tal como lo hiciera Leonard Cohen y luego Enrique Morente. “Exprimelimones”, que está hecha por bulerías, se torna casi religiosa, litúrgica; Rocío también pone algunas líneas suyas.

Tercer Cielo es un ritual de algún secreto y extraño culto laico; que no tiene pocos feligreses, pues destaca como una obra abierta que recibió muy buenas colaboraciones, como la del Coro de la Escolanía Jardín Menesteo, Lorena  Álvarez a la guitarra, coros de Antonia Pantoja y Rocío Valencia más los jaleos y palmas de Antonio Lucas y Manuel Jesús Montes, entre otros, que lucen a plenitud en “Niña de Sangre”, en la que suena pletórico un clavecín.

Me parece oportuno citar al periodista español Sebas Alonso a la hora de dimensionar el calado del disco que nos ocupa: “Sobre el papel, lo de mezclar folclore con vanguardia corre el peligro de repetirse tanto que deje de ser vanguardia. Tercer cielo, el disco conjunto de la cantaora Rocío Márquez con el productor de electrónica Bronquio (Santiago Gonzalo), viene para defender que las posibilidades al respecto son infinitas. Más que cerrar puertas por una cuestión de saturación en el mercado, las abre en muy diferentes direcciones”.



Estamos ante un disco multi-capa, casi enciclopédico, y del que con cada escucha se puede detectar algún dato o inflexión interesante; eso sí, requiere de varias pasadas para ir asimilándolo, en el entendido de que con el paso del tiempo no dejará de crecer y ser valorado.

Hay que dejar que fluyan temas como “El mengue y la zarabanda” -que hasta alude al rock progresivo- y “La marca” -que cierra el álbum- con una Rocío Márquez desplegando su arte en canto y spoken word para trasladarnos hasta un universo andaluz de ciencia ficción.


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