Renee Mooi es fascinante. Su espíritu camaleónico corre salvajemente entre submundos alternos que nutren su cuerpo terrenal. Escucharla es como habitar diversos estados de la materia o en su defecto, integrarse a momentos en los cuatro elementos del planeta: ardes, fluyes, vuelas y luego, te centras.
La carrera de Renee en la música es extensa (sólo de toda su vida) pero en el mundo alternativo, su presencia fue intermitente y no por ello, menos poderosa. Su personalidad embriagante y su actitud demoledora, fueron la fusión perfecta que cimentó su legado. Poco importó si iba o venía, si colaboraba en la música o en el cine, si erigía uno de los espacios culturales más representativos como lo fue-es, el Mooi Collective, o si fundó la primera oficina de turismo cultural en México, Muxic.
Tal y como la luna, la cantautora se ha desarrollado en fases de luminosidad, serenidad y por supuesto, obscuridad, siendo este momento uno de los más reveladores de su vida personal y profesional, pues luego de cuatro años de sequía creativa, finalmente Mooi se ilumina entera y crea un nuevo legado musical que la muestra trascendida y en otro portal de su existir.
Cautelosa y sensual, nos ofrenda todo un álbum en el que conquista una mexicanidad no explorada con anterioridad y en la que se muestra curiosa ante el uso de su lengua madre. Para iniciar con la nueva era, solo nos permite adentrarnos en la selvática Pantera, una oda a la feminidad de esencia chamánica que es producto de las raíces que ha echado en su amado hogar en Playa la Saladita (Ixtapa) y por supuesto, a un amor explosivo a la mujer que es, ha sido y será.
Luego de Pantera, se prevé un hilo de lanzamientos que destaparan la luminosidad artística con la que Mooi reconquistará su lugar entre las voces femeninas de la actualidad.