Valentina Marentes: “No escribo sobre amor o desamor; yo canto para no morirme de tristeza”

Valentina, quien también es voz de La Garfield, se perfila como una de las voces más prometedoras de la música latinoamericana.


Hoy conversamos con Valentina Marentes, talentosa cantante de la banda tapatía La Garfield, con formación en jazz y raíces en Xalapa, México. A sus 22 años, Valentina se perfila como una de las voces más prometedoras de la música latinoamericana. En esta ocasión, nos habla sobre su primer sencillo como solista, “Ella,” una canción personal e introspectiva. Aunque minimalista en su producción e instrumentación, “Ella” resuena con un importante mensaje: Cantar para no morir. Además, Valentina nos comparte detalles sobre su día a día en sus proyectos musicales y su filosofía sobre la música.

Valentina Marentes. Foto: Cortesía del artista.


¿Cómo estás? ¿En qué trabajas actualmente?


Bien, estoy en Ciudad de México. Vine a grabaciones, hice un concierto y estoy haciendo una gira de medios.


¿Cómo nace esta nueva canción “Ella”?

Es una canción súper introspectiva Normalmente escribo con mi guitarra, lo cual fue muy raro porque esta es la primera canción que no escribo con un instrumento aparte. Estaba lavando los trastes [risas], y estaba muy triste. Pensaba en que, en realidad, todo me estaba saliendo bien. Tengo 22 años y estoy viviendo de la música, y me pregunté: “¿Por qué me siento tan triste?”. Me di cuenta que, yo creo que todos tenemos nuestros traumas de la infancia que nos hacen tener regresiones y que, por más que uno lo trabaje, llegan cada tanto. Mientras pensaba en todo esto, comencé a tararear el coro: “Canta y canta y canta pa’ que se vaya ese dolor”.

¿Te gusta la música mexicana tradicional?

Ahora estoy muy metida en la música mexicana, me gustan mucho las rancheras. Me gustan mucho porque, aunque son poéticas, tienen una lírica muy simple. Estaba pensando en eso, yo quería que fuera una ranchera. Pero entonces llegó mi pareja y se la enseñé. Él es chelista y le agregó una base de chelo. Me dijo: “No, pero hay que hacerlo son cubano”. Y yo le dije: “¿Cómo crees? ¡Esto es una ranchera! ¿Cómo te atreves?” [irónicamente]. Luego lo intentamos y dije: “¡Wow, está increíble!”. Así surgió.

¿Tiene algo de autobiografía la canción?


Es un poco autobiográfica, pero también pensaba en todos estos cantantes que hablan de sí mismos. Las canciones hablan de quien las escribe, pero al mismo tiempo, aunque la escribí en primera persona, decidí hacerla en tercera persona diciendo: “Cuando ella era niña”. Así, quien sea puede identificarse. Es la historia de muchos de los que hacemos arte: hay algo que es nuestro remedio infalible para el dolor, y si ese algo resulta ser lo que te da dinero, ¿qué otra fortuna más grande?


Entonces, es una canción súper nueva, ¿no? ¿Hace cuánto la hiciste?


No tiene ni un año. Es muy loco porque yo en realidad escribo desde los 13 años, pero esta canción surgió recientemente, como en marzo. Luego tuve una fecha en Xalapa y tuve que grabar algo para promocionar esa fecha, así que le dije a mi novio: “Pues vamos a hacer esto, ¿no? Vamos a hacer un mini video de esta canción”. Empezó a tener mucho reconocimiento en TikTok, y llegaron comentarios como “¿Dónde la encuentro?”, “¿Dónde la escucho en Spotify?” o “Me identifico”. Yo ya tenía muchas ganas de lanzar mi proyecto personal, pero siempre encontraba excusas para no hacerlo, por miedo. Así que dije: “Este ya es el momento”, y si no es con una de esas canciones que escribí hace 10 años, será con esta canción que, aunque es reciente, creo que narra muy bien toda mi historia.

Entonces esta no es para nada tu primera canción en solitario. ¿Cuánto llevas haciendo canciones?
Yo creo que como 10 años. Canto desde muy chiquita. Desde los 12 o 13 comencé a componer con un ukulele que me regalaron, y justo a los 13 comencé a estudiar propedéuticos de jazz en JazzUV, en la Universidad Veracruzana. Estaba muy peleada conmigo misma porque el sonido de mis composiciones no era jazz, no era el sonido que estaba estudiando tan arduamente. Por eso también las mantuve bastante en privado. Es muy loco, porque lo que puede diferenciarme de otros artistas es que casi no escribo sobre amor o desamor; las canciones que he hecho son para salir adelante. Son los pequeños rayos de luz que me salvan de alguna situación que estoy viviendo. Entonces sí, comencé a escribir muy joven, pero no he escrito tantas canciones porque no lo hago como ejercicio, más bien soy de las que, cuando me llega el brillo de la inspiración, me siento a componer.

Valentina Marentes. Foto: Cortesía del artista.


¿Crees que alguna de esas primeras canciones salgan a la luz más tarde con este proyecto?


Totalmente, la idea es sacar todas, aunque no sé si todas. Este primer sencillo es parte de un álbum que viene. Poco a poco estaré lanzando sencillos, y con uno de esos saldrá todo el álbum el próximo año. Estoy muy emocionada y feliz.


Platicando un poco más de la canción y yéndonos más “nerds”, me llamó mucho la atención que la producción tiene muy pocos elementos. ¿Cómo fue esa parte de la producción? ¿Querías que fuera algo minimalista?


Totalmente, sí. Es una gran pregunta. Como nació solo con la voz, dije: “Quiero mantenerlo así”, y eso que normalmente soy súper atascada. Como el mensaje era muy simple, quería que este fuera más imponente que todo lo demás. En el jazz, uno estudia la voz como un instrumento más. Si te das cuenta, toda la melodía define los cambios armónicos [tararea la melodía del verso]. Yo quería que fuera una canción que no necesitara nada más para definirse, y cuando Emilio, mi pareja, agregó el chelo, también lo hizo de forma similar [tararea la melodía del bajo], simplemente con notas arpegiadas definir la armonía. La armonía está implícita en todo momento. Después quise meter contrabajo.

Un formato atípico ¿no?

Me gusta mucho la alineación de guitarra, contrabajo, chelo y batería. Con eso podría irme de gira. Esta vez no usé guitarra, dije: “Lo voy a mantener así”. Aunque no hay acordes como tal, todo el tiempo está implícita la armonía. Quien tenga buen oído podrá identificar los grados de la canción; es muy simple lo que está pasando. En cuanto a la batería, lo mantuve súper simple. Tengo una lucha eterna con los bateristas cuando es mi proyecto, porque quiero que todo sea muy simple. En esta primera canción fui productora casi al 100%. Emilio escribió las cuerdas, pero a la hora de entrar al estudio, yo decidí qué se quedaba y qué se iba. Todas las percusiones las grabé aparte, quería tener cada detalle para ver dónde lo metía o lo
sacaba. Tampoco quise meter coros; es muy simple lo que quiero decir, así que se vaya simple.


Wow, o sea que lo grabaste en tu computadora o ¿sí fuiste a un estudio?


Uno de mis mejores amigos, Víctor Martínez, está muy cañón. Le tengo full confianza porque conoce mi voz, lleva años sonorizándome. Aparte de que me tiene un cariño y respeto muy cabrón. Hablé con él y le dije: “Oye, quiero empezar esto, no tengo varo [risas], pero tengo muchas ganas de avanzar”. Me dijo que no pasaba nada, que él también tenía muchas ganas de empezar a crear. Empezamos en su home studio con bien poquitos micros, los que él tenía. Luego me acordé que una amiga tenía un micrófono Neumann que estaba vendiendo, y le dije: “¿Qué onda, nos vamos a pagos?”. Justo ella vive muy cerca de donde estábamos grabando. Un día estábamos grabando y no encontrábamos el sonido; sabíamos cómo queríamos que sonara, pero no llegábamos. Fuimos por el micrófono y, como niños chiquitos que acaban de comprarse un juguete, lo conectamos y probamos. Básicamente, con ese micrófono grabamos casi todo. Esta producción fue súper minimalista. Para la siguiente, vamos a tener un increíble patrocinio del estudio Neblina y del foro CAUZ. Va a ser en un estudio más en forma.

Pensé que había más producción detrás, suena muy pro.


Gracias. Justo es algo de lo que hablaba con todos los involucrados. He dicho que no a muchos productores porque quiero ser dueña de mis masters y tener control total de lo que pasa musicalmente y en todo. Con esta producción quiero mostrarle al mundo que no hace falta tener varo, sino saber cómo hacerlo.


¿De dónde viene esta filosofía de hacerlo por ti misma?


Creo que he estudiado demasiados años y realmente sé qué quiero. Y confío en ciertas personas, como los músicos con los que trabajo y la gente con la que ya hice mi equipo. Confío plenamente en ellos, también porque llevan años escuchándome; nos conocemos muy bien. He intentado trabajar con algunos productores y me he dado cuenta de que en este momento yo quiero intentar tener la batuta de todo eso. Simplemente no saben lo que está en mi cabeza.

Valentina Marentes. Foto: Cortesía del artista.


Hablando de la letra, tal vez sea una pregunta muy simple pero significativa: ¿Qué significa para ti cantar?

Es una gran pregunta. También la escribí pensando un poco cuando te preguntan: “¿Por qué haces esto que amas hacer?”. Normalmente a la gente le gustaría decir: “Porque quiero marcar un antes y un después, quiero representar a la sociedad, bla, bla, bla”. Y sí, la realidad es que, si somos buenas personas, queremos eso. Pero siendo súper sincera, yo canto justo para no morirme, para no morirme de tristeza. Soy una persona hipersensible, y mi forma de desfogue ha sido cantar. Canto primero para mí misma, y luego considero qu los artistas somos como canales: a través de nosotros se expresan emociones que otras personas tal vez no tienen los medios para expresar. Escuchan una canción o ven una pintura y se identifican con eso.


Platicando un poco sobre cómo incentivaron las redes sociales a crecer y lanzar esta canción, ¿cuál es tu opinión y perspectiva acerca de las redes sociales en la música?


Yo creo que es algo necesario. No me gusta estar anclada a eso, pero siento que he tenido un poco de suerte. Mis redes sociales han crecido por muchos motivos. Tampoco es que sea la persona influencer famosísima, pero gracias a mis redes tengo trabajo, literal. Gracias a ellas me contrataron como vocalista de La Garfield, gracias a ellas me han contratado para hacer muchos arreglos vocales en producciones de artistas muy buenos, gracias a ellas doy cursos y ahora la gente está escuchando mi música. A veces no me daba cuenta de que tenía algo especial; lo hacía solo para mí, y cuando lo empecé a compartir, mucha gente empezó a creer en mí. Es un poco alimentar eso, no por ego, sino porque hay gente que realmente cree en ti. Esas personas son las que te ayudan a salir adelante: la gente que me escucha,
que se inscribe a mis cursos, la gente que me escribe. Ellos son los que me mantienen donde estoy.


Entonces, es algo genuino, ¿no? Es algo natural.


No he querido ser esa persona que dice: “No manches, no he publicado en tres días”. Porque siento que deja de ser justo, genuino. No te voy a decir que no me agüita cuando una publicación tiene pocos likes o menos de los que pensaba, porque al final de eso estamos hechos en este momento. De la misma manera en que no me fuerzo a componer si no tengo ganas, porque sé que el resultado no va a ser auténtico, intento no forzarme a hacer videos. Sé que si hiciera videos cada semana, mis redes probablemente estarían estallando, y si lo hiciera con los éxitos o trends del momento, podría llegar a eso. Pero es demasiado estrés para mí, y no puedo ser buena docente, buena influencer, buena novia, buena hija, buena cantante… es demasiado.


Hablando de tu origen, ¿qué tiene de diferente Xalapa a otras ciudades, musicalmente
hablando?


Creo que uno de los factores que veo es que, como no hay campo laboral, es una ciudad puramente estudiantil. No puedes vivir realmente de tocar en lugares en Xalapa; al menos yo nunca lo he logrado. Por lo tanto, no hay tanta pretensión ni competencia. La gente se enfoca verdaderamente en lo importante: la música. Por otro lado, siento que es una ciudad hostil en ese aspecto; la gente que está estudiando allá es porque tiene ganas de aprender. He ido a muchas universidades de paga donde entras al campus y dices: “Wow, ¿qué es esto? ¿Otra ciudad?”, y te das cuenta de que hay una flojera común.


No hay esa hambre, ¿no?


Totalmente, es literal eso: “hambre”. En Xalapa, no sabes cuántas veces a amigos míos, que ahora están tocando con gente cabronsísima y grabando discos, yo, que sí soy de Xalapa, era como: “Carnal, te invito un taco, te aliviano” [risas]. Creo que ese es uno de los factores. Otro es que es una ciudad muy cultural. Hay más que jazz, hay son jarocho, está la orquesta sinfónica, danza, teatro.

Yéndonos hacia un lado más personal, ¿Cómo manejas tantos proyectos: La Garfield,
Tina y los Golondrinos, y ahora tu proyecto personal?

Es complejo. Han sido tres años en los que no he parado: ni de viajar, ni de dar clases, ni de hacer demasiadas cosas. Ha sido complicado, no te puedo decir que soy experta todavía. Sin embargo, lo veo como que todo es música. Si fuera algo como: “No manches, tengo que trabajar mi trabajo godín y en la noche hacer un turno en Walmart, y ya ver si me queda tiempo para mi proyecto musical”, sí te diría que está súper cañón. Pero como todo es música y todo me gusta, siempre intento encontrarle un lugar. Sé que va a llegar un momento en el que no me voy a poder dividir más; espero que ese momento llegue, porque significará que alguno de los proyectos está estallando. Ya se verá qué se hace [risas]. Ahora intento descansar cada que puedo; los momentos de descanso y estar con mi familia son preciados.


Para finalizar, ¿Qué planes tienes para el futuro como Valentina Marentes?


Súper. Quiero sacar este disco, que será mi primer material discográfico con composiciones propias, completamente mío. Es mi imaginario musical, mi dirección, obviamente con la ayuda de mucha gente. Quiero sacarlo y hacer una gira; llevar el disco a muchas ciudades de México que me han abrazado antes con otros proyectos. Después de eso, seguir publicando música por mi cuenta. Quiero echarle muchísimas ganas y pasión a esto, que me ha costado tantos años creer que está padre y que, en este momento, le tengo mucha fe. Habrá fechas el próximo año, otra en noviembre. También quiero hacer colaboraciones. Después del álbum, quiero hacer un EP con colaboraciones con gente que admiro. Veremos qué nos depara el destino.