Techno Para Dos es el romántico nombre del proyecto experimental creado por el productor mexicano Raúl Villamil, quien hace algunos días presentó en sociedad su nuevo disco titulado Drama, un pequeño catálogo de dance para robots que invoca nostalgia sobre olas de electrónica, y que fue publicado por el sello Nadaville, de Estocolmo. El artista se conecta justo desde Suecia —donde se encuentra haciendo una residencia de arte “muy utópica, muy sueca”, asegura— para platicar con LBE.
“Después del caos de la pandemia, una época muy depresiva para mí, caí en este oasis”, asegura. Detrás de él, un viejo sintetizador Buchla 200, luce en todo su esplendor. De fondo suena “Even more dramatic”, el primer single del disco.
¿Compusiste este disco en esa temporada?
No, fue mucho antes, desde antes ya tenía la inquietud de trabajar con máquinas análogas.
¿La escena electrónica en México puede ser utópica también?
Yo lo que hablo lo digo sin malinchismo, creo que el mayor talento está en latinoamérica, México trae un nivel muy avanzado, me atrevería a decir que más elevado que el europeo, pero faltan recursos. Lo malo es que va a tocar un pinche alemán y le dicen: “Vente, vas a ser el headliner”, y a veces ni siquiera lo han escuchado.
¿Entonces dónde está el problema?
La escena en cuestión de gestión cultural está acabada, arruinada, me parece un cáncer en general, no todos, pero sí muchos; hay nepotismo, no les interesa la música y muchos son incluso racistas, eso es triste, y eso pasa no sé si en Latinoamérica, pero en México sí.
En tu presskit dice “el artista que está transformado la escena electrónica”. ¿No es demasiada responsabilidad?
No sé si la estoy transformando, el que se está transformado soy yo. Como decía Charly García: “Toda la música ya está hecha”. O también citaré a Ígor Stravinski, quien dijo: “El buen compositor no pide prestado, se roba la música” y en esas ando, explorando lo que se hizo y se volvió a hacer.
El nombre de la banda suena como a new wave ochentero y no es muy común para un proyecto IDM
Lo pensé desde niño, antes de tener un proyecto, me pareció atractivo fonéticamente, pero igual tiene mucho de satírico. El techno está hecho para las masas, y si es para dos, es algo lúdico, para escuchar en un cuarto.
¿Te gusta ser catalogado en esa categoría de IDM (Intelligent Dance Music)?
Pues la verdad ponerle etiquetas a la música se me hace medio chafa, pero finalmente para que ubiquen en Spotify está bien y si de repente cae una lana, pues mejor. El tema de los subgéneros y la chingada, de repente se vuelve algo cansado. Ahora le estoy entrando a los géneros experimentales modernos, como el reggaeton experimental y ambient.
¿El reggaetón experimental le puede gustar a quienes les gusta el perreo comercial?
No sé, en realidad termina siendo otra cosa, lo hice con los sintes modulares, tiene ese tinte, muchas texturas.
¿Drama: Por qué decidiste bautizar un disco con ese nombre que dice mucho?
Se murió mi padre, estuve de luto y luego pensé que en México tenemos esa educación como de telenovela y yo me vi inmerso en esa educación sentimentaloide horrible. Mi trabajo es en base a las ocurrencias, por ejemplo, cada vez que tenía discusiones con mi novia, iba a mi estudio donde tenía un micrófono escondido en el techo y grababa todo y de ahí salieron las ideas del disco y los samplers muy a la usanza del arte contemporáneo.
También escuché en el disco un fragmento como de una predicador callejero…
Ah sí, compré un vinilo en La Lagunilla y era de un predicador que decía que decía muchas cosas sobre el matrimonio y todo ese drama.
Hay una canción que lleva arpa, a dueto con Alondra Máynez
Ella es mi novia ahora, pero cuando me propuso grabar conmigo, surgió el amor (ríe) “Dharma”, y bueno, fue un experimento que nos gustó, así la historia cursi; ella viene a Suecia y grabaremos un disco de arpa con música electroacústica. Es uno de los proyectos que tengo y lo vamos a presentar en México con una compañía de danza llamada Nohbords, de Diego Vertiz.
Hace rato mencionaste a Charly García, pero igual en tus influencias mencionas a Violeta Parra. Influencias no tan obvias en tu música…
Es un tema muy familiar, la música latinoamericana de protestas que escuchaban mis padres, eran medio hippies de escuchar Silvio o Parra, me forjó. Hay música de protesta muy mala pero hay cosas que me parecen sublimes. Violeta Parra es la poeta popular más importante para mí. Este rollo de la guitarra y la voz me parece a veces más potente que un chingo de sintetizadores.
¿La música interesante sigue surgiendo del underground o será un mito?
Quizás sí es un mito porque hay cosas comerciales que son muy buenas. Claro, es interesante meterse en el under mexicano, el europeo, el peruano. Muchas cosas surgen ahí y luego se vuelven underground.
¿Qué escuchas además de música experimental y sonidos modulares?
Me gusta Soda Stereo, Brian Eno, Roly Porter, Tim Hecker. Ahora me interesan mucho cosas como Xenakis.