"Somos una banda sin sueños": Una charla con Roberto Musso del Cuarteto de Nos

“Somos una banda sin sueños”: Una charla con Roberto Musso del Cuarteto de Nos

El Cuarteto de Nos es una banda de gente rara. Nunca soñaron con ser estrellas del rocanrol y ahora lo son, escriben sobre los miedos, las paranoias y las excentricidades de la vida, y construyen discos burlándose de su propia realidad. 

Con casi 40 años de trayectoria y una carretera interminable de historias y canciones, nos presentan su nuevo disco “Lámina Once” un manifiesto al miedo, a la incertidumbre, a la polarización y al poder repartido para unos pocos. Hablamos con Roberto Musso.


Roberto, ¿Qué sonaba en tu casa, en tu niñez?

Mi papá y mi mamá escuchaban música disímil. La banda de sonido de la casa de los Musso era mi papá escuchando tango, fanático a Radio Clarin, que pasaba 30 mins de Carlos Gardel cantando y 30 mins de otros artistas, así todo el día, en esas se las pasaba mi papá. Pero además también tenía unos discos muy raros de unas marchas checoslovacas.

Mi mamá era más romántica, le gustaba mucho Serrat y Alfredo Zitarrosa, un cantautor uruguayo folclórico que le gustaba mucho. 

Y el rock, no me lo vas a creer, llegó de la mano de mi tía abuela Esmeralda, que todavía vive hoy, está cumpliendo 99 años. En mi cumpleaños 10 llegó con un regalo, el disco recopilatorio de The Beatles, el álbum rojo. Escuchar el disco me voló la cabeza y ese momento definió que quería hacer para cuando fuera grande.

Y, ¿Cómo te imaginabas a The Beatles?

Era el desparpajo musical, la frescura, The Beatles fue un efecto contagio para mi hermano Riki y para mí. Al escucharlos de inmediato agarramos unas ollas de la cocina y armamos una batería simulando ser Ringo, yo agarré un palo de escoba como micrófono y jugamos a ser ellos. The Beatles tenían un efecto contagioso que nos llevó a ese camino del rock.

¿Y tu inicio en la música?

Lo primero que le pedí a mi papá con esa fiebre de la música fue que me comprara una guitarra, luego me inscribieron a clases y en cuanto aprendí las canciones de The Beatles me salí, ya había cumplido mi misión. Ahora me arrepiento, me hubiera gustado aprender más técnica, me hubiera servido hoy en día, pero bueno, igual por suerte tenemos a Topo en la guitarra que suple todo ese efecto.

¿Recuerdas la inquietud por componer la primera canción?

Si, fue un proceso muy largo, aún sigo componiendo las primeras canciones. Pero las canciones iniciales fueron un plagio a las canciones de The Beatles, en inglés. Esas canciones desencadenaron en la primera banda que tuve cuando tenía 14 o 15 años, era una banda integrada por Riki y por Tavella. Con esa alineación empezamos a tocar en las fiestas de 15 años de amigas y hermanas, y en los actos cívicos del colegio. Luego con el tiempo me animé a componer algunas cosas en español y ahí empezó todo.

¿Cuáles son las imágenes y los destellos de esos primeros días de rock con el Cuarteto?

Es un poco mentirosa la cantidad de años de El Cuarteto, porque nos conocimos muy jovencitos y aún nos dicen, ¿ustedes tocan desde 1984? y sí, tal cual, pero tocábamos en un sentido amateur que no es lo mismo que ahora.

El público masivo latinoamericano nos conoció justo en el 2006. En Uruguay sí fuimos masivos a mediados de los 90, años en los que igual era difícil desarrollarse como banda de rock. Pero bueno, ya serán 40 años, y en ese tiempo nos replanteamos de nuestra vida privada, todos nosotros teníamos otras ocupaciones curriculares, yo soy ingeniero, Santi es arquitecto, pero decidimos a nivel personal, nivel grupal y hasta familiar apostarle de manera profesional a esto. Esos fueron los primeros días y los que siguieron. 

¿Qué momentos divertidos guardas en la memoria que hayas vivido con El Cuarteto?

Hay uno especial. Estábamos en Colombia, en el festival Nem Catacoa, el 10 de octubre de 2017. Veníamos de Caracas, no habíamos dormido, estábamos muertos de sueño, llovía, todo estaba lleno de barro, no podíamos ir al hotel a descansar porque el festival estaba lejos de todo. Nos tiramos a dormir un poco ahí mismo, en el camerín, y de repente empezó a sonar una batería durísimo al lado nuestro.

Alvin de forma valiente dice: “Voy a ir a decirle que se calle para poder descansar”. Al llegar a un cuartito se encontró con un baterista tocando a todo volúmen, practicando, porque al parecer tocaban luego de nosotros. Alvin no lo conocía. Le dijo: “Oye, ché, nosotros somos un grupo de Uruguay, estamos tratando de descansar, podrías hacer un poco de silencio por favor”. Y el baterista en la humildad más sincera le dijo: “Uyyy, perdón, lo lamento, claro que sí” y dejó de tocar.

Al regresar al camerino nos dimos cuenta de que ese personaje era el baterista de Green Day, nada más y nada menos. En el hotel, al encontrarnos con él, nos reímos juntos de la anécdota.

A mí me moviliza mucho el contacto con la gente, más allá de recibir el Grammy latino, o tocar en teatros muy famosos. Me moviliza mucho cuando me muestran un tatuaje de una frase de una canción, o toda la movida que hicieron para sacar las boletas de un concierto, o que se movilizaron desde un pueblito para llegar al venue. Es la magia increíble de pensar que hago las canciones solo en el estudio de mi casa y no sé hasta dónde se pueden disparar.

Acá el sueño de muchos. ¿Si tuvieras la posibilidad de bajarte del escenario y poder ver al Cuarteto sonando, cómo describirías a esa banda?

Soy muy malo como público. Me gusta ir a un lugar de poca gente, sentarme en una silla cómoda, con una mesita y estar tranquilo, pero no soy de ir a una cancha con mucha gente a saltar. Pero lo que más resaltaría del Cuarteto es la propuesta diferente, la banda tiene cosas que no encuentras fácilmente en otros artistas.

Bueno, hablemos del nuevo disco, de su fondo profundo, de su composición y del significado de las canciones ¿Cómo se construyó?

Bueno, se construyó en una hoja en blanco con un Coronavirus (risas). Yo tenía una libreta con algunos apuntes e ideas sueltas a fines de 2019, todo eso antes de la pandemia, nosotros veníamos de una gira en México y al llegar a Montevideo, mi esposa me encerró en la habitación de atrás de la casa sin contacto con ella ni con mi hija, no sabíamos qué bicho raro había agarrado en la gira y allí, con esas ideas sueltas empecé a armar el disco. 

Muchas de esas frases o letras se habían dignificado, y otras, por el momento que estaba viviendo la humanidad, habían perdido el sentido. Antes de la pandemia me motivaban unas cosas y ahora se me volvían un cliché, un lugar común, o al contrario, eran reflexiones demasiado fuertes para sacarlas justo en ese momento.

Ahí entré en un momento crítico, estuve en la cornisa pensando para donde ir, no queríamos entrar en un lugar común al que todos los artistas entraron. Pero me interesó escribir de esos temas más tangencialmente, sin personajes, sin situaciones, y me inspiró nombrar el tiempo que estábamos viviendo. La lucha del poder, las conspiraciones, la paranoia, de dónde venía eso, buscar un culpable porque había que saber quien era el culpable de todo lo que estaba pasando.

Por eso el disco, desde un sentido profundo, se sumerge en el test de Rorschach, el test de las manchas que son simétricas y que según lo que ves te encasillan en alguna normalidad o patología psicológica. Todo eso me interesó como punto de partida y ahí desarrollamos ese personaje al que le muestran las manchas y responde: “Yo no les voy a decir lo que ustedes quieren  que oir, de lo que yo supuestamente veo, yo solo veo manchas, así que no me jodan más y déjenme en paz con eso” y es totalmente lícito ver manchas. Me interesó ese eje para el disco.

¿Cómo fue la experiencia de producción con Eduardo Cabra y Héctor Castillo? ¿Alguna historia detrás de las jornadas de trabajo?

Me siento orgulloso y retribuido en la parte artística por haber trabajado con muchos productores latinoamericanos, además de Eduardo y Héctor, con Juan Campodónico, Cachorro López, Camilo Lara, la verdad que no nos podemos quejar con respecto al aprendizaje.

Con Eduardo y Héctor tenemos muchas historias. Por ejemplo, cuando estábamos produciendo “Marioneta”, la canción que habla del hiperconsumo, yo tenía la maqueta montada en un mono tono y en un mismo ritmo toda la canción, quizá por eso no nos terminaba de convencer.  Se la mostramos a Eduardo y con una sola escucha nos dijo:-Esto tiene que ser una cumbia peruana y un punk-. ¿Ah? es mucha su genialidad.

Pero bueno, este fue un disco grabado en casa, en Uruguay, la gente de mi país valoró mucho que lo hiciéramos así.  El disco quedó con un balance muy lindo, con un matiz perfecto, entre nosotros, Héctor y Eduardo. Nos gusta desde lo rítmico, desde las fusiones, hay un lindo balance. 

¿Qué hay detrás del concepto del nuevo disco, qué pasaba por la cabeza de ustedes? Porque parece un manifiesto de George Orwell en 1984 ¿No?

Sí, tal cual, así es. Mira, si hay gente retorcida es la del Cuarteto de Nos. Yo leí ese libro en media pandemia, imagina mi masoquismo (Risas)

Nos encanta saber la cantidad de público joven que tenemos hoy, y al ver eso siempre sigo tratando de subir la mirada, tenerla más alta y no subestimarlos ni un solo segundo. En el caso nuestro las canciones cada vez más tienen una búsqueda filosófica y la gente las recibe con más sensibilidad, más fuerza, más rebeldía, eso nos encanta.

Y siendo sincero, cada vez se me hace más difícil escribir con un concepto responsable, hacerme cargo de lo que escribo y ser consecuente con eso. Entonces ahí aparece la paranoia, la culpa, la polarización, el enfoque que quisimos darle a este disco.

¿Todo parte de un test psicológico, no? 

Así es, el disco parte de ahí, de el Test Rorschach y quisimos darle la vuelta al concepto artístico. Estuve madurando mucho esa idea, le mostré a los chicos, a Veronica nuestra manager y a todos les sorprendió, pero bueno, linkeaba muy bien con la época, la incertidumbre y con nuestros días.

Bueno y el disco también tiene un nuevo inicio, vuelven a su disquera, a Porfiado Records, ¿qué tal se sienten con esto?

También nos emociona. Dijimos ¿por qué no hacerlo así? queríamos tener nuestro propio espacio, y si hay un momento para los tiempos de la banda es este y esa fue la idea. Aunque aclaro que siempre hemos tenido muy buena relación con las disqueras, pero luego de la pandemia entendimos que esa libertad era importante para esta nueva producción. Lo cual no quiere decir que en el futuro no saquemos un disco con otro sello, pero nos pareció lindo hacerlo en este momento. 

¿Cómo ha sido girar luego de una pandemia?

Hay una necesidad enorme de la gente por volver a ver música en vivo, algo así como, “aprovechemos, no sabemos qué pueda pasar más adelante” y no sabemos qué sucedió, pero todo el fenómeno de El Cuarteto de Nos fue exponencial, como si nos hubieran escuchado mucho en la pandemia, en el encierro. Ha sido una locura, mucha gente nueva va a nuestros conciertos y eso lo valoramos mucho. 

¿Y lo difícil de volver a tocar?

Bueno, como confesión, luego de dos años sin tocar, por lo que más tenía miedo era por mi estado físico. Por nuestra edad y por la quietud luego de tanto tiempo, hasta contemplamos la posibilidad de tener entrenadores personales para estar de nuevo en forma y no subir a un escenario de manera vergonzosa. 

Pero bueno, todo ha salido bien, el engranaje ha estado perfecto y nos sorprende que el cuerpo responda y la gente también.

¿Le cambiarías algo al disco, a las canciones?

Confieso que eso me pasa pero mucho más adelante, siempre que terminamos de grabar yo no vuelvo a escuchar. Estoy con las canciones siempre en la cabeza y por esa saturación dejo de escucharlo, pero cuando empiezan las entrevistas, como esta, siempre pienso en cambiar cosas. Así que dentro de 8 meses te digo qué le cambiaría al disco. (Risas)

Dentro de poco serán  40 años de trayectoria, ¿Cuál es el sueño que falta cumplir con el Cuarteto?

Alguna vez tú y yo lo hablamos y lo repetiré de nuevo, así suene medio antipático, pero cuando éramos más chicos siempre decíamos: “somos una banda sin sueños”, pero en el buen sentido, porque nunca tuvimos expectativas muy grandes, sino expectativas de pasos cortos y por eso no nos hemos sentido nunca fracasados. La existencia nos ha sorprendido. A esta altura de la vida podría decirte, el sueño está cumplido. 


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