Muerdo, una voz relevante para la canción española

Muerdo, una voz relevante para la canción española

Si hablamos de España, tenemos que referirnos a un territorio que ha sabido cuidar, engalanar y darle vida a canciones monumentales, desde La canción más hermosa del mundo, hasta Mediterraneo, pasando por Debajo del Puente, Todavía una canción de amor, Qué pasará mañana, Veneno en la piel, entre muchísimas otras, creadas por apellidos invaluables, sonoros, cálidos a los aplausos y seguros para la eternidad: Sabina, Serrat, Perales, Guerra, Auserón, Bunbury. El listado puede continuar.

Pero la nueva generación, la sangre hirviendo, también empieza a hacerse camino para eternizar himnos en habla hispana. 

Uno de esos cantautores que ahora le pone banda sonora a su vida es Pascual Cantero, conocido como Muerdo. Como él mismo lo dice, no es un estudioso de la música, ni se la pasa con la guitarra en la mano, solo recuerda su infancia campestre montado en un tractor, cantando sus primeras canciones al lado de su tío, solo es un observador de la cotidianidad y un gran relator cronista de esas experiencias y desde un pueblito en Murcia, al sur de España, canta canciones que la gente hace suyas. Hablamos con él.


Pascual, ¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras un niño?

Para mi es muy importante la influencia musical que llegó desde el interior de mi casa, como las canciones que me cantaba mi abuela cuando era un niño, canciones populares para hacernos reír o para darnos miedo. Es una cosa muy de las abuelas de mi pueblo, un halo de oscuridad. Escuché esa música de la infancia y luego pasé a escuchar boleros y música popular, Nat King Cole, Los Panchos y el folclore. Luego todo lo que tenía que ver con flamenco, Triana, Lole y Manuel. Cuando era niño cambié de reproducir en discos a Los Payasos de la Tele a no dejar de escuchar a Joan Manuel Serrat, ¿Qué hacía un chiquillo escuchando a Serrat? No lo sé, pero esa música marcó mi carrera, sin duda.

¿Odias algún sonido?

Sí, los sonidos que me interpelan cuando no toco, pero a todo sonido se le puede dar la vuelta. Pero cuando se hace el silbido a través de la ventana en mi casa para mi es asustador.

¿El sonido que amas?

La naturaleza está llena de sonidos increíbles, desde las olas del mar, el viento moviendo cosas, hojas, cañas. 

¿Cuál fue el antecedente para que tomaras una guitarra y empezaras a componer?

Creo que fue una suma de varios factores. Mis padres trabajaban todo el día, entonces mis abuelos me cuidaban, y justo mi abuelo, quién tocaba la guitarra, me hacía verlo y acompañarlo todo el día con esas melodías. Fue él quien me enseñó cuáles eran las partes de la guitarra, me enseñó a afinarla con el sonido del teléfono descolgado, también a poner las cuerdas e intentó enseñarme a tocar pero esa vez no funcionó. Ese fue el primer antecedente. Luego, gracias a un primo, que ahora es un cantautor muy reconocido, Funambulista, me acerqué al mundo de la canción, tenerlo tan cerca construyó mi primer referente para hacer lo que ahora yo hago. 

¿Recuerdas la primera canción que compusiste?

Yo compongo canciones desde que era un niño, de hecho la primera llegó a los nueve años. Lo hacía con un Playschool, estas grabadorcitas que tenian casette y un microfonito. Con esa canción grabada en una cinta, me fui a la radio local de mi pueblo y se la entregué al locutor. Llamaron a mis padres, les dijeron que querían armar un grupo infantil, algo así como Menudo y ahí empecé, aunque todo arrancó siendo un juego.  

Pero ya con el proyecto de Muerdo, la primera canción que compuse fue una que se llama Amor y culpa.



¿Cuál fue tu primer maestro?

Luis Eduardo Aute, sin duda.

¿Qué le dirías hoy?

Que cantáramos. Que nos tomáramos una cerveza o un whisky. Nos estaríamos fumando un cigarro, y seguramente estaríamos hablando de lo que pasa en Rusia o de las elecciones colombianas, seguramente estaríamos comentando algo así. Le diría gracias por todo lo que entregó a la humanidad.

¿Cuál es la historia de Muerdo?

Es un momento de búsqueda de identidad a los 19 años. Me parecía aburrido llamarme con un nombre y apellido y se generó este alter ego de Muerdo, pero soy yo, desde siempre y hasta el final. Canciones, realidad y un sueño de vida que se hizo melodía.

¿Qué escucha Muerdo, qué tiene en su playlist?

Sabes, no estoy en la actualidad, me muevo por impulsos. Y fíjate qué absurdo porque es algo que tenía que haber escuchado hace mucho tiempo, pero ahora estoy escuchando mucho a Bahiano, que está actualmente reinterpretando el repertorio clásico de Los Pericos y me parece que está a nivel de un Calamaro, de un Charly en cuanto a ejecución, concepto, letras y transmisión de sensaciones.

También escucho una generación de cantautores que me gustan mucho, El Kanka, La Muchacha, Sofia Viola, Perotá Chingó y luego también, Bomba Estéreo, Lido Pimienta, Los Espíritus, Ariel Rot, Los Cigarros, Charly García.

El sur es importante para tu creación, ¿Cómo conectas los diferentes territorios del sur desde América, desde la península o desde África?

Desde el desconocimiento absoluto, por mera intuición, a veces con ayuda de amigos cantautores y también desde el respeto, sabiendo que lo que incorporo pasa por mis filtros y no es nada ortodoxo. Trato de meter un bombo leguero, un patrón de chacarera, incluso entiendo que no será fiel al folclor del territorio, pero ahí es donde nace una mezcla que también es valiosa. Me acerco a esas músicas pasándolo por mi filtro. Yo soy muy poco estudioso, y eso incluso ha sido una ventaja, por ejemplo, si un ritmo se me mete adentro lo hago con facilidad, lo incorporo a mi música, pero jamás me he puesto a estudiar a fondo un folclor, creo que para mí perdería parte de la esencia. 

¿Cómo es un día de Muerdo?

Me despierto sobre las 11:00 am, a veces más tarde. Salgo al sol en una terraza, desayuno ahí mismo, tomo jalea real, con agua y jengibre, me como unas tostadas con pan, ajo, tomate y jamón serrano. Me tomo un café, me fumo un cigarrillo y me pongo a responder mails y revisar redes sociales. Luego me acerco a la cocina, preparo algo para el almuerzo, me echo una siesta y luego salgo a pasear por la rivera del río y ahí es cuando compongo y creo mis canciones, grabo notas de voz en el celular y vuelvo a casa y trabajo sobre esas notas. Pero nunca me siento a componer como un acto rutinario. Mi método es muy natural.

¿Soñaste con el acto de hacer canciones y viajar gracias a ellas?

Yo soñé con viajar y vivir de la música, pero mi sueño era no tener que trabajar, y acá en este rol al final trabajas un montón. Yo no sabía si iba a hacer música, literatura o pintura, pero luego del tiempo mi sueño se cristalizó en la música, en el sonido, cosa que me hace inmensamente feliz, pero el objetivo inicial era no trabajar.

¿Un libro?

El hombre que se enamoró de la luna de Tom Spanbauer.

¿Una película?

Martín Hache de Adolfo Aristarain.

¿Una canción?

Mediterraneo de Serrat.

¿El sueño que te falta por cumplir?

Vivir muchos años y estar cada vez mejor.



Por: Por: Diego Londoño

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