Antonio Sánchez es sobre todo conocido por ser el creativo baterista que produjo la banda sonora de la cinta Birdman, pero eso es apenas algo de lo que el habitual músico de jazz puede ofrecer. SHIFT (Bad
Hombre, Vol. II), su ecléctico nuevo álbum, viene a dejarlo en claro. Es en este trabajo donde el mexicano pone en marcha otra serie de talentos, entre ellos el de productor y arreglista, para crear un álbum en el que se dan cita diversos invitados de lujo, lo que también nos demuestra su gusto por otras mieles musicales como el rock, la música tradicional y la experimentación.
Colaboran con él, personajes de la amplia oferta sonora contemporánea como Lila Downs, Trent Reznor, Silvana Estrada, Pat Metheny, entre otros. En esta generosa charla en exclusiva para La Banda Elástica, nos desmenuza su muy logrado nuevo trabajo.
Me dijeron por ahí que tu más reciente álbum es un disco de rock pero, ahora que lo escucho me parece más bien uno de fusión contemporánea y experimentación ¿Tú cómo lo percibes?
Yo creo que me gustan los discos que son difíciles de clasificar. ¿Qué genero es? No lo sé exactamente. Tiene mucha influencia del rock por supuesto, pero yo lo considero más bien un disco de música alternativa porque hay propuestas muy diferentes. Todo comenzó porque yo iba a hacer una segunda versión del Bad Hombre original que hice en 2017, donde hice todo en mi casa y en mi estudio como científico loco, ahí picándole botones a ver qué iba saliendo.
Fue un disco muy experimental, pero que me enseñó el valor de producción que puede tener la batería. También empecé a sentir que tenía algo de talento para hacer música que no fuera estrictamente jazz, sino música experimental, más abierta, que no tuviera fronteras.
¿Puedes profundizar en Bad Hombre?
El origen del Bad Hombre fue Donald Trump y su postulación a la presidencia. La manera en que se expresó de los mexicanos, que éramos “bad hombres, criminales”. Y bueno, ya sabemos la historia.…
Ese fue el motivo por el que llamé así a ese disco. Pero después empecé a ver a Bad Hombre como un alter ego que me permitía hacer este tipo de discos que son muy diferentes a lo que hacía normalmente.
I. Nuevas canciones
¿Cómo inicia el proceso de este nuevo álbum?
Cuando supe que iba a hacer esta segunda versión de Bad Hombre, fui a ver a mi amiga e increíble cantautora Silvana Estrada, en un concierto que hizo aquí en México. La vi tocando una canción que yo
conocía, “El agua y la miel”, y al escucharla tocándola a ella sola con su cuatro, me empecé a imaginar cosas: “Si yo tuviera esta canción ¿Qué le podría hacer?” Entonces terminando el concierto, después de
hablar un rato, le dije: “Oye ¿Me podrías dar tu canción “El agua y la miel”? ¿Me puedes grabar la voz sola, el cuatro solo y un metrónomo solo para saber dónde va el tiempo?” Me la dió, empecé a trabajar en ella y la re-imaginé de una manera que no fuera su versión, es muy hipnótica, muy lineal.
Me encanta esa canción, por eso se la pedí. Pero al re-imaginarla con la batería, empecé a oír unas montañas, unos valles dentro de ella. La trabajé unos dos meses y se la mandé. Cuando
la escuchó, se quedó un poquito de a seis, y dijo: “Nunca imaginé que esta canción pudiera hacer estas cosas” Allí arrancó el disco, ¿en esa idea de intervenir las canciones?
Pensé que me encantaría continuar con ese concepto, tener canciones de artistas diferentes, con su propia voz, sus propias composiciones pero con el permiso de hacerles cirugía, básicamente a la manera que a mí me gustaría verlas y teniendo a la batería y a la voz como dos elementos protagónicos. Se me antojaba mucho usar la batería como herramienta de producción, mis discos favoritos tienen capas y capas de instrumentos, te pones los audífonos o unas bocinas y es como una cebolla: capas y capas que van surgiendo.
Entonces lo que quise hacer en este disco era usar la batería como si fueran guitarras, sintetizadores
o voces, capas y capas que no supieras qué está pasando pero que se escuchara como una batería monstruosa que está haciendo cosas diferentes.
Hay una labor de gestión también que me parece muy interesante ¿Cómo fue trabajar con tantos artistas distintos? Y si hay alguna anécdota de alguien que te haya costado localizar.
El segundo tema fue de Trent Reznor. Entonces se me ocurrió que podría ser una figura extraordinaria dentro del disco. Lo conocí en los Golden Globes, cuando me nominaron por Birdman y él estaba
nominado por Gone Girl. Por suerte le gustó Birdman. Me mandó un e-mail diciéndome que inventé una manera diferente de hacer música para películas, bandas sonoras y estaba fascinado, muy buena onda.
Cuando empecé a idear este disco pensé: “Voy a aprovechar y le voy a escribir para preguntarle… Lo peor que me puede decir es que no tiene tiempo”. Le dije que si era algo que ya existía, me mandara la sesión y yo trabajaría sobre eso. “De hecho me gustaría mandarte algo nuevo”, me dijo y me quedé de a seis. Se empezó a retrasar un poco y yo le mandaba e-mails para recordarle. Por fin me llegó uno con un
link, lo abro y ¡pum! se abre la sesión con varias de sus voces y sintetizadores.
Era muy experimental lo que mandó. Creo que él imaginaba que iba a hacer una onda tipo Birdman. Pero yo empecé a oír una rola de rock industrial y le metí tijera. La edité y cambié algunas cosas. Al final de la edición, había un montón de improvisación que hizo, pero era un total de 13 ó 15 minutos, y yo quería hacerlo compacto, en 4 minutos, y empecé a encimar voces.
Quería algunos coros, pero no quería pedirle que me grabara más. Y los hice yo. Toqué todos los instrumentos, el bajo, la guitarra, los sintetizadores y terminó siendo un monstruo de rock industrial. Se lo envié y me dijo: “Jamás imaginé que lo que te mandé iba a quedar así. Lo he estado escuchando todos los días”.
II. Más colaboraciones
¿De qué otra colaboración puedes hablarnos?
Otra historia interesante fue Ana Tijoux. Yo le mandé un ritmo de batería y ella me dijo: “Mándame algo y yo sobre eso hago mi parte”. Pero se empezó a tardar. Cuando teníamos que tener todo el material, le dije: “Ana, lo siento mucho, pero si no me entregas este día, no va a poder quedar dentro del disco”. Ella me dijo: “Te doy mi palabra de que este día va a ser”. Y, cuando abro la canción después de que la mandó me doy cuenta de que es “Mi palabra”.
Aprovechó para hacer toda la canción acerca de “su” palabra y lo que es la palabra de una mujer. Con Dave Matthews lo conocí porque le abrimos en Playa del Carmen, porque el hace una residencia con Tim Reynolds y le abrimos, yo estaba tocando con Béla Fleck, a ellos los conocía, fue muy casual
pero al final del concierto nos invitaron a tocar con ellos algunas canciones populares de Dave Matthews Band.
También convocaste a Pet Metheny, quien toca en la canción donde colaboró Dave Mathews…
En el disco no hay solos, pero había unos cuantos compases a mitad de esa canción que se me antojaba un solo algo loco, y le escribí a Pat Metheny. Le mandé la canción, le encantó la idea y le dije: “Me gustaría que sonara a cualquier cosa menos a lo que normalmente suenas, que la gente no reconozca que es Pat Metheny”. Y creo que eso fue lo que más le gustó de la idea, e hizo un solo loquísimo.
III. Descubriendo la producción
Por lo que se puede ver es un disco que te trajo muchas experiencias distintas…
Cada canción ha tenido una historia muy emocional para mí. Al final, ya que estaba todo terminado, me pareció que sería padrísimo tener un maestro de ceremonias. Entonces pensé que mi abuelo, Ignacio Lopez Tarso, podría funcionar muy bien a manera de corrido. Le escribí unos versos, los grabo aquí en el teléfono y me los mandó.
Encontré una grabación de una banda norteña; ni siquiera sabía quienes eran… Y pensé: “Está perfecto porque están completamente desafinados y es muy mexicano, muy de pueblo. Así que tomé eso, le metí baterías, lo mezclé con lo de mi abuelo y así fue como terminó e inició el disco.
Pensando en esta idea del viaje del jazz hacia otros sonidos, pienso en el viaje inverso que realizó Charlie Watts del rock al jazz ¿Qué te significa su figura y su legado?
Charlie y Ringo fueron mis primeras dos influencias. Mi mamá, Susana, ha sido melómana toda su vida, y yo crecí escuchando la música de The Beatles, Rolling Stones, The Who, etc. Definitivamente, Charlie, que en paz descanse, ha sido una figura clave en mi desarrollo. Yo tocaba con los discos de Rolling Stones cuando tenía 6 u 8 años, aunque tal vez ahora no sueño con él, una parte suya, va a estar
conmigo.
¿Te gustaría producir algo para alguien más?
Me encantaría. Espero que cuando la gente escuche este disco, se anime. Creo que debo hacerme un poco más de publicidad como productor, porque siento que tengo bastante qué decir, y además, algo
que me ha ayudado muchísimo, ha sido la retroalimentación de la producción de las bandas sonoras que he hecho. Acabo de terminar una más que se llama Los Anarquistas, que está en HBO. Mucho de lo
que aprendí en SHIFT, lo apliqué en Los Anarquistas.
¿Te imaginas esto en vivo? ¿Qué acercamiento tienes hacia esa idea?
Ya lo hemos estado haciendo en vivo. Obviamente era una de mis preocupaciones principales: “¿Cómo vamos a lograr esto?” Entonces recluté a dos músicos extraordinarios de Nueva York, uno japonés
llamado Big Yuki, que es un increíble tecladista, y a Lex Sadler, un australiano que toca el bajo y el teclado en el bajo y también maneja computadoras y secuencias. Lo que yo quería, era tener parte de las
canciones originales en los tracks de la computadora y tal vez algunos coros de los artistas, que se escuchara su voz de alguna manera.
Thana Alexa, que es mi esposa, es una de las cantantes más versátiles que conozco. Digo, la nominaron para el mejor disco de jazz en los Grammys el año pasado. Una de sus mayores influencias es el soul, le
encanta el rock, y entiende muy bien lo que es el jazz; así que está cantando todo el repertorio en inglés y en español, porque al ser mitad croata, tiene muy buena pronunciación en español.