Entre la noche del 11 y el 12 de septiembre de 1971 se llevó a cabo el Festival de Rock y Ruedas en Avándaro, a las afueras de Valle de Bravo, en el Estado de México. Una docena de grupos mexicanos de rock fueron invitados por algunos jóvenes empresarios vinculados a la televisora Telesistema Mexicano (posteriormente Televisa).
La publicidad del Festival fue desplegada en radio, prensa y televisión, como el anuncio radiofónico en 590 La Pantera de la radio que decía:
“Amigo, yo conozco un lugar arriba de las montañas donde llueve, brilla el sol y hay música, bellísima música. Se celebra el primer Festival de Rock y Ruedas; música y velocidad al cual, hermano, has de llegar preparado para experimentar la realidad que tanto hemos esperado.
Nuestra congregación pacífica será la prueba para sobrepasar la confusión que existe entre la juventud. Por la noche y un día viviremos en contacto. En Avándaro, Valle de Bravo, será un lugar donde habrá un Festival de Música y Carrera”.
Jiménez Izquierdo, Avándaro, 14
Este tipo de publicidad sugería veladamente al Festival de Avándaro como una alternativa a los reclamos de los movimientos estudiantiles masacrados en 1968 y apenas unos meses antes –el Halconazo del 10 junio de 1971– de este evento, a los cuales se refiere como “la confusión que existe entre la juventud”.
La respuesta de varios sectores de la juventud mexicana fue positiva. Desde el viernes anterior, el 10 de septiembre, hubo quienes comenzaron a congestionar la carretera a Toluca en su camino hacia Avándaro. A la entrada de Valle de Bravo, un letrero daba la bienvenida: “Coca-Cola, Paz y Amor”, en una reversión del lema hippie, complementado con el anuncio de la refresquera.
En el terreno del festival había un par de enormes botellas de refresco de plástico inflables que servían como señalización del principal vendedor de alimentos y bebidas del lugar: el “Almacén Coca-Cola”. Este establecimiento distribuía:
“La vendimia. 2 carpas grandes concentraron cientos de cajas con cerveza. El precio, 4 pesos. Aparatos de la Coca-Cola; dos pesos el vaso. Papas fritas, 3 pesos. Un paquete chico de pan Bimbo, un tubo de paté y una lata de chiles serranos, 15 pesos”.
Los intentos por poner música grabada en el sonido del festival fracasaron desde el sábado 11 por la mañana. Ante el reclamo de cientos de asistentes que se habían adelantado a la fecha de la convocatoria, hubo que improvisar durante las pruebas de sonido.
Por ejemplo, con una sesión de yoga dirigida desde el escenario por el ecologista Carlos Baca; la escenificación por parte del grupo de teatro de la UNAM, dirigido por el conductor de radio y dramaturgo Eduardo Ruiz Saviñón, de la ópera rock Tommy, escrita por el guitarrista de The Who, Pete Townshend, editada en 1969; y la inclusión de último momento de grupos como La Fachada de Piedra y La Ley de Herodes, que no estaban anunciados en el cartel oficial del concierto, pero aprovecharon la ocasión para presentar algunas canciones.
A las tres de la tarde, un helicóptero comenzó a sobrevolar la zona del festival. El ruido se sumó a las fallas en el sonido e hizo volar algunas tiendas de campaña. Desde el cielo, la aeronave lanzó miles de volantes. Algunas versiones afirman que los volantes tenían el anuncio: “La Ofensiva Pop 71 de CBS está presente en Avándaro con los Tequila”, uno de los grupos que tocarían más tarde en el Festival. Un agente de la policía secreta mexicana, la Dirección Federal de Seguridad, lo registró así en su informe:
“A las 15.00 horas se escuchó el ruido producido por el motor de un helicóptero. Al aparecer otro helicóptero, los organizadores, utilizando los aparatos de sonido, hicieron saber a los jóvenes que no temieran, que todo estaba en regla con las autoridades y que por lo tanto no deberían hacer caso a esos aparatos.
Cuando nuevamente hizo su aparición uno de esos helicópteros… le arrojaron proyectiles… posteriormente desde el aparato se lanzaron unos volantes por medio de los que se hacía propaganda de los discos marca Epic… los organizadores, antes de conocer el contenido de esta propaganda, por el micrófno exhortaron a los asistentes a que sea cual fuere el contenido de la propaganda, la usaran para limpiarse las nalgas”.
Iturbide y Rubli, Yo estuve en Avándaro, 17
Hasta este momento, los sucesos previos al festival anunciaban lo que serían un par de días de paréntesis en la vida de los jóvenes del centro del país. Un lugar apartado, como decía el anuncio, les permitiría a algunos expresarse en un espacio de mediana libertad. En las siguientes tres entregas hablaremos de los días subsecuentes y haremos un recuento de las bandas que tocaron, las anécdotas y los sucesos que estremecieron a las “buenas conciencias” del conservadurismo mexicano.
Los registros del festival fueron numerosos, pero solo algunos perduraron. Uno de los primeros fue aquel hecho por la fotógrafa Graciela Iturbide, que junto a los textos de Luis Carrión, dieron lugar al primer libro sobre Avándaro, editado por la Editorial Diógenes el mismo año del concierto.
Hace algunos años, en 2016, en el 45 aniversario del concierto, se organizó una exposición de las fotografías de Iturbide en el Museo Universitario del Chopo en la Ciudad de México. Algunas imágenes de la conmemoración pueden apreciarse en el siguiente enlace: