Sabela Maneiro, Aida Tarrío y Olaia Maneiro decidieron formar Tanxugueiras para enriquecer a una tradición musical milenaria -la gallega- con expresiones contemporáneas como lo son el hip-hop, el trap y la electrónica. Es así como ellas se definen como cantareiras que tocan las pandeiretas y hasta latas de pimentón para percutir, pero que son atraídas por los sonidos del presente.
De alguna manera ellas entran en el envión de otros visionarios como Baiuca, Rodrigo Cuevas y Mercedes Peón, pero en un principio se les veía como un proyecto más apegado a la raíz, aunque las cosas han ido evolucionando hasta tener mayor presencia de sintetizadores y secuencias.
Es así como llega Diluvio, tras todo un empujón mediático cuando se presentaron al Festival Benidorm de la canción con la idea de ganar y llegar a Eurovisión; junto a Rigoberta Bandini representaban un aire fresco para las propuestas que suele mandar España al certamen -anodinas e intrascendentes-. No ganaron, pero pusieron a la música gallega a la vista del resto del país -y parte de Europa-.
Todo se conjugó para que “Terra” -uno de los sencillo de adelanto y tema concursante- fuera todo un éxito y diera un primer aviso de que Tanxugueiras se preocuparon por cuestionarse su entorno muy a fondo y así fue como Diluvio se centra en: “las presuntas culpas o pecados capitales instalados en la sociedad”, como han explicado a la prensa de su país, y a los que añaden “el patriarcado, la hostilidad y la homogeneidad”.
Para ellas este Diluvio (PlayPlan-Calaverita, 2022) es un alegato a favor de “la autoaceptación, la diversidad, amor libre y empoderamiento”, comenzando desde “Treboada” -una breve intro-; se trata de un álbum con mucha majestuosidad en su sonido y un porte alto e impecable, para lo que la producción ayudó mucho; Iago Pico se lleva las palmas y denota que tiene bien escuchado a Woodkid.
Una experiencia extraordinaria comienza formalmente con “Arica” y se extiende en la decena que le siguen; toda una gran trama percusiva que se distingue por su teatralidad y dramatismo… aunque no sepamos gallego nos hacemos ante gestas libertarias y empresas heroicas. Lástima que últimamente a la palabra “épica” la hayan desgastado tanto, pero le viene bien.
Al gran impacto de “Terra” le han seguido “Midas”, “Figa” y “Averno”, en la que Rayden aporta un segmento en castellano. Al escucharla tengo la sensación de que lo medieval se junta con el actual percutir de lo digital y grandes graves y subgraves.
Tanxugueiras hacen bien en definirse como “tres cantareiras para una nueva década”, porque eso es lo que son. Y Diluvio -su tercer álbum- es una obra exuberante y vitalista. Hay narraciones campiranas y cierto halo de religiosidad incluso… ni modo que llamándose Diluvio no nos acordemos del bíblico Noé y su Arca legendaria.
Repito “Fame de odio” y “Pano corado” y me rodea todo un estruendo… bello y generoso; no podría anotar que Tanxugueiras son el futuro, dado que son una realidad gozosa y plena.