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Feli Colina plasmó poesía salvaje y magia sonora en “El Valle Encantado”

El Valle Encantado, una obra que dada su calidad superlativa, está destinado a ser uno de los mejores trabajos hispanoamericanos del 2022.

“Le pido en un grito al cielo que me regale una prosa/ Una poesía dudosa, un canto de flor celeste/ Que me lleve de este a oeste por los pies de alguna fosa/ Que me revele cosas que balbuceo entre dientes”, es lo primero que se escucha en “El valle encantado”, la canción que abre y da título al tercer álbum de la argentina Feli Colina.

Se trata de una obra que dada su calidad superlativa está destinada a estar incluida entre los mejores trabajos hispanoamericanos del 2022. ¿A partir de qué lo ha logrado? En primer lugar, por el tratamiento e importancia que ha dado a las letras, que reivindican por una parte a la poesía y la literatura, una tradición importantísima en Argentina, que, claro, tiene vertientes formales, pero que también brota desde las expresiones populares y campiranas.

“No esperaba menos que este corazón guerrilla/ Si con esta ya son 9 las veces que me vi muerta/ Y otra vez mi sangre que se escurre por tus manos/ Y otra vez el alma que se escapa por mis venas”, prosigue Feli Colina, en una canción que se vuelve insignia y fundamento.

En sus palabras hay ecos de Martín Fierro, de los gauchos que cabalgan la pampa, de las mujeres sabias que luchan por sus causas. Ella conoce de la tradición poética y el canto popular, por lo que no extraña que también haya abrevado del folklore para pasarlo por un tamiz muy contemporáneo y obtener una mixtura sonora completamente actual.

He allí otro hallazgo grande de una artista nacida en Salta -bien al norte del país- durante 1994 y que con apenas 19 años se marchó a Buenos Aires para hacerse de un sitio a sangre y fuego, por lo que comenzó mostrando su arte en el metro, parques y otros espacios públicos.

Debutó en 2016 con el álbum Amores Gatos y posteriormente, tras ganar un concurso, se encaminó hasta los legendarios estudios Abbey Road de Londres, para grabar el aclamado disco llamado Feroza. Paralelamente, ha colaborado temporalmente con Conociendo Rusia y Francisca y los Exploradores, pero siempre en el entendido de que su proyecto solista es lo más importante.

Por ello es que se concentró en El valle encantado, que parte de un lugar real en la región de su Salta natal, para luego convertirse en un sitio imaginario que encaja a la perfección con ese toque de álbum conceptual que agregó a este disco -algo que hizo en Feroza, pero con un personaje como eje central-.

En El valle encantado (Popart Discos, 2022) el entorno está en el centro, al igual que la cultura popular, por lo que es completamente lógico que dedique un tema a la figura de la “Aguatera”, haciendo un carnavalito casi a pura voz y ocarinas.

Luego inserta una mención a “La flor de la canela” de Chabuca Granda en “Chakatrunka”, una pieza en que tiene como invitada a Valentina Brishantina, y en la que destaca muchísimo el trabajo de producción y el sonido de las percusiones y el piano, este último a cargo de Baltazar Oliver, el coproductor del disco, y quien debería obtener varios galardones por este refinado trabajo.

“Chakatrunka” es otra acometida del mejor ejercicio del verso y es por ello que en ella podemos escuchar: “Tengo las venas manchadas de caminar por el surco/ Aprendizajes truncos, yo no soy lo que querías/ Pongo toda mi fuerza y solo encuentro melodías/ Yo quiero encontrar palabra, ser tu frase perdida”.



El Valle encantado está conformado en total por 12 canciones totalmente cohesionadas y musicalmente resueltas a la perfección; incluso cuesta trabajo elegir cuáles son las que resta destacar y allí es cuando refulge “Diabla” y todo un flow que proviene más del hip-hop que del reguetón: “Para no decir tu nombre/ Vengo escapando a la prosa, la pausa, mañosa/ Sigo mirando desde arriba, mi vida/ Cautiva”.

Y aquí conecta con las varias referencias a la religión, no sólo a la cristiana, sino también a la pagana, esa “que se alimenta con pan y ajo”. Ciertos expertos encuentran conexión entre “Madre” y algunos otros temas con Misa criolla, una composición coral, compuesta por Ariel Ramírez en 1965.

Feli Colina entiende muy bien como hacer progresar al folklore y dotarlo de una actualidad totalmente natural; puede tener detrás incluso el legado de un escritor como Macedonio Fernández, pero quien no lo conozca no tendrá problemas para emocionarse con canciones muy pasionales y que transpiran poesía por todas partes.

Con todo y que posee cualidades narrativas muy evidentes, Feli llena al álbum de una espiritualidad que conjuga a las personas con el entorno natural… es por ello que incluso la voz aparece en algunos temas casi a capella. 

El valle encantado fue presentado el 30 de marzo y para ello se organizó un evento en el que se ofreció al periodismo una docena de códigos QR que llevaba hasta un lugar o persona que representaba cada uno de los temas y que completaba la experiencia de la escucha con audífonos.

En El Valle encantado hay también una referencia a los cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire), que determinan la naturaleza de ese lugar simbólico, del que Feli Colina apunta: “allí soy una habitante, pero la reina es la música misma, la musa, la diosa, la madre”.

Un disco inmenso y memorable.

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