Paradójicamente, años más tarde y dos álbumes de por medio, me encuentro vía zoom con David Velasco, el único integrante actual de Porter que no estuvo en aquella reunión de años atrás que tuviera lugar en la casa de Bácter, con él, Villor y Fer de la Huerta, la razón de nuestra charla es la salida de La historia sin fin, el quinto álbum oficial del grupo, del cuál lo primero que me dice el cantante es: “Es un disco bastante ecléctico”, frase que atrapa mi atención y que me lleva a recordar algunos de los sencillos que Porter ya ha dado a conocer, entre ellos “Ranchito”, esa canción de sonido orgánico y muy mexicano.
Por la pantalla de mi laptop veo a Velasco que camina en un campo abierto, con el cielo azul sobre su cabeza, y no puedo evadir el impulso de preguntar dónde se encuentra mientras conversamos.
Me hace saber que recorre el Parque Metropolitano de su ciudad, y la mía también, Guadalajara. “Me vine aquí a pasear a la chucha”, agrega espontáneamente, justo antes de que yo le suelte la primera pregunta.
¿Puedes profundizar en la idea de hacer un álbum diverso en sonido?
De repente, en la búsqueda de siempre tener un concepto, como una línea que lo englobe, mientras estábamos componiendo decidimos que lo mejor era que el concepto consistiera en que no se pareciera nada una cosa con la otra, que fuera una experimentación de sonidos.
Ya sabes, la banda siempre ha sostenido ese discurso, de que nos gusta experimentar, probar cosas nuevas, entonces hasta cumbia… Y sí, se puede volver muy cansado siempre estar buscando para llegar a este punto, como fue en Moctezuma, donde llegó a nosotros un gran tema, un gran statement…
Pero no siempre se puede hacer algo así y pues, como te digo, decidimos que ese sería el concepto de este disco. Veíamos un arco iris, plantas de colores muy diversos.
¿Cómo trabajaron entonces con la composición, de dónde tomaron tantas ideas distintas?
Hicimos un viaje a Chapala, rentamos una casa y de allí salieron muchas ideas que acercó Víctor, que acercó Fer. Lo demás lo trabajamos en el estudio con Álex (Pérez). E igual algunas ideas las traje yo, algunas Bácter.
Por ejemplo, “Mamita Santa” era una rola de temazcal. Un día, una amiga me dice, “Hoy es día de la Madre Tierra, deberías hacer una canción…” Y estaba yo barriendo y trapeando y se me vino a la cabeza, se la mostré al grupo y les gustó.
Y eso es lo bonito de este disco, que nos permitimos darle chance a todas las ideas y todos los sonidos.
Álex “Ork” Pérez podría ser fácilmente el quinto Porter, ¿cómo fue reencontrarse con él en el estudio?
Definitivamente él es el quinto Porter. Trabajar con él, para mí, siempre es como cuando empezabas a divertirte con tus amigos por el simple hecho de hacer una canción, de crear algo. Es divertido por el gran conocimiento que tiene.
Y es bien chido que te vas del estudio un día, la rola está sonando a algo, y llegas al otro día y bien emocionado te dice: “hice algo nuevo…” Él siempre está sorprendiéndonos.
“Ranchito” evoca aquellas fusiones al estilo Caifanes y Café Tacvba, en la idea de recurrir a instrumentos tradicionales. ¿Cómo surgió la canción?
Esa idea nace porque Fer trae los acordes en la guitarra y la temática de la canción. Nos dijo: “y si hacemos una rola así y asado…?
Y entonces, en el trabajo en el estudio fue que empezó a surgir. “Y si metemos trombones e instrumentos de viento…?” Y fue amarrando todo muy bonito.
Creo que hasta el video es como de las canciones que mejor lograron englobar todo: el arte y la temática. Definitivamente estamos contentos con el resultado y con que la gente la haya abrazado chido.
¿Quién más aporta instrumentación al track?
Durante todo el proceso del disco, Sergio, nuestro baterista, nos estuvo apoyando con gran parte de la musicalización. No recuerdo quién grabó los vientos, pero tanto en “Sonámbulo” como en “Ranchito” fueron las mismas personas.
Ana Torroja, tremenda participación. ¿Qué recuerdas de la misma?
Recuerdo verla en la tele de chavillo. Y verla era para mí una onda como si no fuera de este planeta, ¿sabes? Decía: “¿qué onda con esa voz?”…
Y es bien loco porque, de repente, uno va construyendo estos ideales de: “¿con quién me gustaría hacer una colaboración?” Y yo a ella la veía tan grande y tan lejos que nunca lo vi. Pero justamente haciendo la letra de esa canción, hacía el arreglo y dije: “a esta rola le vendrá perfecto la voz de Ana”. ¡Y tómala, que se da!
Entonces, definitivamente fue una experiencia padrísima. El día que platicamos por primera vez para acordar lo de la grabación, pensaba: es la cuentacuentos de habla hispana más cabrona que yo conozco.
Y el que haya puesto su voz para contar un cuento de nosotros es, la verdad, un regalo muy bonito de la vida.
¿Hubo un encuentro más allá de éste que mencionas, o cada quien grabó por su lado?
Ella grabó en DF. A mí me tocó verla el día que grabamos el video. El llamado fue a las cuatro de la mañana para ir a un desierto que está en medio de la ciudad de Pachuca. Y estuvimos de esa hora hasta las 8 de la noche grabando.
Y ya más tarde grabaron lo de Ana. Entonces yo quería conocerla más, pero tenía dieciséis horas en el desierto, empanizado y mugroso. Y cuando llegué, a ella la estaban maquillando. Nos saludamos y cotorreamos un ratillo.
Luego me fui a bañar y ella se puso a trabajar. Eso fue lo que pasó y mucha buena onda la Ana.
“Cachito de Galaxia” incluye comentarios de índole política, de denuncia ecológica, ¿a quién le están hablando?
Cuando estaba escribiendo esa canción, me imaginaba como si en alguna cápsula que se lanza al espacio, con información de qué fue el hombre, vendría toda esta información. Políticamente a casi todos nos queda. Ecológicamente todos tenemos responsabilidad.
De repente, ahora está bien loco que tengo conversaciones con mi mamá y se queja del presidente actual. Y yo le digo: “¿y qué tiene de diferente a los otros que pasaron? Mamá, ¿sabes que es lo diferente?, que ya tienes WhatsApp y te contaminas con todos los videos y la mala información que hay.”
No quisimos que fuera una canción con alguna carga moral, sino más bien como si un extraterrestre llega y se encuentra una cápsula, y dice: “ah, mira, estos se llamaban humanos, vivían en la tierra, y estas eran sus cualidades”.
Obviamente, en una rola no podemos hablar de todo lo del ser humano, pero fue lo que se logró.
¿Qué otra canción del disco, en lo personal, quisieras destacar?
Hay una rola muy bonita, que a mí me gusta mucho, se llama “La sombra del amor”. Es una balada súper tranquila y la temática me encanta. Habla sobre la depresión y el suicidio. Para mí, es la rola del disco que cuando escucho, siempre lloro.
Me quedé con ganas de que fuera sencillo, pero bueno… Ojalá la gente lo haga sencillo por su cuenta. También está “Roma”, que habla del ser humano.
¿Qué planes para el disco? ¿Habrá gira? ¿Para cuándo?
La gira formalmente empezó en abril. Fuimos al Pa’l Norte, estuvimos allí los dos días. Hicimos un acústico por primera vez. Pa’l Norte se montó un escenario para puros acústicos. Se ve cargada la gira.
Igual iremos al gabacho… Vamos a hacer todo lo que se pueda. Habrá sorpresas en DF y Guadalajara. Estamos contentos.
Una última, se reencienden motores con un álbum para promocionar, y actividades hacia el frente, ¿cuál es la expectativa luego de lo que hemos vivido?
Contentos. Después de dos años de estar en la banca, ahora sí que siempre salir a tocar, salir de gira, renueva las energías. Como se ha dicho todo el tiempo: “trabajar siempre le hace bien a uno”. Esta era una parte que nos hacía falta.
Y también estamos emocionados de realizar todo el concepto. En el disco pasado andábamos con un inflable de un mono de nueve metros y una cabeza gigante. Y ahora, justo estamos en planeación de cómo va a ser la nueva gira, qué elementos, y eso emociona bastante crearlo desde cero.