Una guadaña es una herramienta agrícola con una cuchilla curva que los humanos usamos para segar la hierba, la muerte para intimidar a sus invitados, y María para auto cercenarse y transformar lo más profundo de sus entrañas en música.
En un viaje iniciático de 7 canciones que no puede ser definido de otra manera que catártico, nos paseamos por el jazz, el soul, el rock desértico y el folklore latinoamericano con un elemento en común que hace que todo tenga sentido: “Latidos y Culebras” suena como si alguien lo estuviera tocando en vivo en la esquina de tu habitación.
Con esta cadencia tan real y tan orgánica, cosa bastante exótica en tiempos de tanto plugin y home studio, María Guadaña logra conectar con nosotras las oyentes de manera tan íntima e inmediata, que no te diste cuenta y ya vas por la séptima canción deseando que hubiese una octava.
Lo bien grabado, el buen gusto, los saxos esporádicos y esa oscuridad más de atardecer que de noche profunda, me remontan a ciertas épocas de Bowie, PJ Harvey y Nick Cave sin dejar también, por momentos, de acercarme a Chavela Vargas y Nacho Vegas. ¡Vaya hermosa ensalada!
Sobre María Guadaña podemos decir que este es su segundo trabajo discográfico tras “Remedios Paganos” (Happy Place Records, 2019), y que lo único que ha logrado postergar -solo por un poco- su inevitable camino a convertirse en una de las grandes nuevas revelaciones de la escena española, ha sido este puto virus mutante que nos tiene a todos hasta la madre.
Sin embargo, su reciente confirmación en Mad Cool y Sonorama Rivera, dos de los festivales más importantes de España, parecen indicar que por fin se le hará justicia. Sí, la guadaña está de regreso y estoy seguro de que hará rodar cabezas.
Escúchala como si te estuviera cantando al oído…
El disco completo aquí: