Sangre Asteka Federico Fong, Humberto Alvarez, JMAguilera, Bola-Domene 1990-91 Foto Alejandro Aguilera. La Banda Elastica

Sangre Asteka: Visionarios e Innovadores. Banda fundamental en el Rock Mexicano.

A principios de los 90, la idea de incorporar el acordeón en una banda de rock -en México!-, era un acto de verdadera rebeldía. A tres décadas de distancia, nadie mejor que el doctor, periodista y escritor David Cortés para revisitar esta obra paradigmática que ha resistido el paso del tiempo.

Aventurado, visionario y propositivo, Humberto Álvarez tuvo el arrojo de fusionar un instrumento típicamente norteño a la instrumentación de Sangre Asteka, una banda que se convertiría en un grupo de culto, ayudando a cimentar las bases del llamado rock mexicano.

Con la guitarra y voz de José Manuel Aguilera, el combo desafió la gravedad con un álbum que hoy preserva el espíritu innovador de hace 30 años.


A principios de los años ochenta del siglo pasado, en el ambiente se respiran aires de cambio y éstos favorecerán al rock. El Tianguis del Chopo ha comenzado, los foros empiezan abrirse y, a mediados de la década, los grupos que perfilarán el cambio ya han debutado: Jaime López, Botellita de Jerez, Rockdrigo González, entre otros.

Hay también un viraje en la mentalidad. Quienes habrán de darle forma al rock mexicano traen otros referentes, no sólo el rock; comienzan a asimilarse músicas propias y lo más importante, la necesidad, las ganas de cantar en español.

Humberto Álvarez trazó sus pininos en Música y Contracultura (MCC) con canciones en donde, adelantados a su época, cantaban acerca de la situación de la mujer, la liberación gay, la opresión a las niñas, los ancianos y la disidencia. Grabó un disco memorable con ese grupo (Música y Contracultura. 1980/1984, Grabaciones Lejos del Paraíso), editado póstumamente en 1992.

En 1985, al lado de Walter Schmidt, Carlos Robledo y Ulalume (voz); registró Film (Comrock, 1985) como Casino Shanghai, una propuesta que no logró sobrevivir.




Sin embargo, Álvarez es un compositor nato y entonces, ya perfilaba algunos temas que serían el embrión de su nuevo grupo, uno en donde comenzaría a volcar el eclecticismo sonoro heredado en casa (polkas, música norteña), proyectos ocasionales (La Reata, Los Contentos de Sangoloteyo) y trabajo (la serie radiofónica Arriba el Norte, transmitida por Radio Educación y que cristaliza con la formación de Sangre Asteka —la grafía no es caprichosa, se atiene a los usos del náhuatl en donde la z no tiene cabida, pero la k sí— y que se presenta en público la primera quincena de agosto en el Foro del Dinosaurio del Museo Universitario del Chopo en 1986.

Esa primera alineación, Jesús González (Hi-Fidelity Orchestra) en guitarra; Federico Luna, batería; Mingo Nieto, bajo y Humberto Álvarez en voz y acordeón, fue, según Álvarez, “la primera vez que se usó un acordeón para hacer rock en México”.

Aunque no existen testimonios de esa presentación —ni sonoros, ni gráficos—, lo escuchado guardaba resabios del rock progresivo y las composiciones eran más largas, algunas de ellas llegaban incluso a los ocho minutos.

Ese año también, el tecladista se encargó del score de la película Crónica de familia —con la actuación de Alfonso André— y allí puede escucharse el tema “Try me”, versión en inglés de lo que después sería “Hay otros mundos”.



Álvarez, tenía un grupo de canciones, pero no grupo. Entonces, por mediación de César “Perico” Calderón (ex baterista de MCC), conoce a José Manuel Aguilera, quien se encontraba sin banda en ese momento, y lo invita a un concierto de Sangre Asteka, donde se percata de la existencia de algunas líneas de trabajo, aunque no del todo claras.

“De pronto, juntarme con él para hacer la música de Sangre Asteka se volvió lo más importante en mi vida”. 

Cuenta el guitarrista José Manuel Aguilera en La vida en La Barranca

Comienzan a suscitarse los cambios al interior del grupo. Llega Lorenzo “el Pollo” Lagrava al bajo; Tizoc Briseño sustituye a Federico Luna en la batería y comienza el recorrido por el circuito de la época: LUCC, El Nueve, Rockotitlán, El Hijo del Cuervo.

Pronto, Federico Fong sustituye a Lagrava y Bola Domene (Rostros Ocultos) a Briseño. Dicha formación, Federico Fong, Humberto Alvarez, José Manuel Aguilera y Bola Domene, aparece en la foto que encabeza esta nota. 

En la búsqueda de un sonido propio, Aguilera y Álvarez se ven en la necesidad de prescindir de elementos, pero su búsqueda los lleva al bajista Daniel Soberanes. Dice Aguilera: “En Sangre Asteka aspirábamos a una diversidad rítmica y él nos brindaba la posibilidad de acercarnos fidedignamente a esas cosas”. Con él llegó la percusionista Alda Reuter, que permitió a la banda moverse de “ondas medio latinas a ondas medio prehispánicas e ir haciendo un sonido más propositivo en ese sentido”.

Álvarez, Aguilera, Soberanes y Reuter viajan en 1990 a San Diego, ¡sin batería!, a grabar en los estudios Signature Sound las canciones de los dos primeros y con Ron Bartlett, un músico de sesión, en batería. 

El álbum abre y cierra con dos temas instrumentales: “Cuauhtémoc” y “Polka Chilanga”. Ambos son un encontronazo. Por un lado el acordeón, con sus connotaciones norteñas, al lado de una briosa guitarra que no niega su filiación rockera, un bajo propulsor y unas percusiones con matiz ligeramente prehispánico.



Las armónías vocales -por ejemplo en “Hay otros mundos”-, aportan luminosidad y resaltan la lírica, cada letra abría una puerta que conducía directamente a las cámaras de la poesía.



“La resistencia” es pegajosa y “Basta ya”, con la influencia progresiva de Álvarez,  se inclina al pop. Hay dosis de pop rock (“Cómo se cura”), destellos de tintes folclóricos y resabios de rock progresivo (“Cholos”). 



“Tonantzin”, por su parte, es un corte espejo que nos permite reflejarnos; resumía logros y hallazgos: un grupo que aún no había encontrado la conjunción absoluta entre lo nativo (el acordeón) y el rock, pero descubrió una veta importante.

“Nos armaron de valor” es una polka a ritmo de rock, energética y cantada por Álvarez, en donde sus conceptos acerca de la mexicanidad afloran con mayor claridad; “Inesperado” ve matizada su furia rockera por el acordeón y “Al ras” comienza lenta para acelerarse en su parte final hasta dejar exhausto al escucha.



Promocionaron el álbum con Julio Morán en batería, pero después de un tiempo, un malestar en el oído, más la posibilidad de mudarse fuera de la ciudad, llevaron a Humberto Álvarez a trasladarse a Malinalco, y con ello se cerró la posibilidad de continuar con el proyecto. Quedó un portento de disco que ha envejecido perfectamente y que se escuche por donde se escuche, siempre resulta maravilloso.

PS: Álvarez editó Demos (Ekléktiko Producciones, 2019) en donde incluyó seis temas de Sangre Asteka grabados por él, José Manuel Aguilera, Alberto Herr (batería) y Lorenzo Lagrava (bajo): “Nos armaron de valor”, “Hay otros mundos”, “Día tras día”, “El siglo se acaba”, “Al ras” y “Nació otra vez”.

Por su parte, en Fragor (Instituto Municipal Aguascalentense de Cultura, 2020) la producción de La Barranca con la Banda Sinfónica Municipal de Aguascalientes, aparece una versión de “La resistencia”. 

José Manuel Aguilera y Humberto Álvarez han tocado juntos canciones de Sangre Asteka ocasionalmente, pero no hay planes de una reunión.



HUMBERTO ALVAREZ

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